La pandemia del COVID-19 ha provocado crisis en todos los ámbitos. En términos de educación, la pandemia provocó el cierre global de las escuelas en más de 190 países para controlar la propagación del virus, ampliando la brecha en materia de desempeño escolar entre países ricos y pobres. Esto es particularmente cierto en regiones como América Latina y el Caribe (ALC), en donde incluso antes de enfrentar la pandemia la situación se encontraba en deterioro por el aumento de los índices de pobreza, el aumento de la desigualdad y un creciente descontento social.
Según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), más de 30 países de ALC han tomado medidas de suspensión de clases presenciales a nivel nacional y 160 millones de estudiantes fueron afectados. Con este tipo de medida no solo se ve afectada la trayectoria en el desempeño educativo, sino también la alimentación y nutrición de la población estudiantil, en especial aquellos provenientes de sectores más vulnerables. Es por esto que, a julio de 2020, 21 de 33 países de la región de ALC mantuvieron los programas de alimentación escolar de diversas formas como son: la entrega de kits de alimentos por hogar, la provisión de almuerzos, las transferencias monetarias y la entrega de vales para alimentos.
Asimismo, gran parte de los países establecieron formas para dar continuidad a los estudios con el uso de diversas modalidades a distancia. Según la CEPAL, dentro de las modalidades de aprendizaje a distancia en línea puestas en marcha en la región se encuentran el uso de plataformas virtuales de aprendizaje asincrónico, utilizadas en 18 países, mientras que solo Bahamas, Costa Rica, Ecuador y Panamá pudieron establecer clases en vivo. De igual manera, entre las formas de aprendizaje a distancia fuera de línea, 23 países han realizado transmisiones de programas educativos por medios de comunicación tradicionales como la radio o la televisión (ver gráfica 1).
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos para mantener la educación a distancia, las pérdidas de aprendizaje se han ido acumulando rápidamente. En relación con esto, el Banco Mundial estima que los estudiantes que actualmente acuden a la escuela pueden perder alrededor de 10 billones de dólares en ingresos laborales a lo largo de su vida de trabajo y la “pobreza de aprendizaje” (definida como la proporción de estudiantes de 10 años que no son capaces de leer y comprender un relato simple) podría haber incrementado por encima del 60%. Esto significa que, como consecuencia del cierre de las escuelas, 2 de cada 3 estudiantes no serán capaces de leer ni comprender un texto apto para su edad. Esta pérdida de aprendizaje puede ser explicada por tres factores fundamentales: I) interrupción de la educación, II) limitaciones para acceder a educación virtual, e III) incremento en la deserción.
En primer lugar, el cierre de escuelas paraliza la continuidad de la educación. Distintas investigaciones han estudiado las consecuencias de los desastres naturales, las huelgas, las epidemias y las vacaciones, y los resultados sugieren que por cada día de escuela que el estudiante pierde, hay una pérdida de aprendizaje de entre medio día y 3 días, dependiendo del país analizado. Estas pérdidas se profundizan con el tiempo y de no compensarse, pueden resultar en años de aprendizajes perdidos. Este tipo de situación tiende a causar mayores efectos sobre los estudiantes más vulnerables, agravando las brechas educativas y sociales.
En segundo lugar, los centros educativos que cuentan con mayor cantidad de estudiantes del estrato social más bajo, tienen menos facilidades tecnológicas. Para el 2018, el 79% de los estudiantes de 15 años que formaron parte de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) en América Latina tenían acceso a internet y solo un 61% tenía acceso a una computadora. Además, solo un tercio de los estudiantes contaba con un software educativo, en comparación con más de la mitad de los estudiantes, en promedio, de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) (ver gráfica 2).
Los resultados de la gráfica 2 muestran que los estudiantes de la región cuentan con menos equipamiento que los estudiantes de los países de la OCDE, y que a pesar de que gran parte de la población estudiantil cuente con conectividad, aún existe un grupo notable de estudiantes que se encuentra en la exclusión, especialmente aquellos del estrato más bajo. En ese sentido, según los cálculos de las Naciones Unidas, alrededor de 500 millones de alumnos, desde preescolar hasta el segundo ciclo de educación secundaria, no han contado con acceso a alguna forma de enseñanza remota, y los tres cuartos de estos provienen de los hogares más vulnerables o residen en regiones rurales.
Por otro lado, las limitaciones para acceder a la educación virtual, sumadas a la pérdida de aprendizaje y a otros efectos de la pandemia sobre los estudiantes (por ejemplo, que estos tengan que recurrir a buscar opciones para suplementar los ingresos del hogar), han contribuido a la desmotivación estudiantil y fomentan aún más la deserción escolar. Al respecto, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en África con el brote del Ébola, la deserción escolar llegó al 32%. Para el caso de ALC, las estimaciones sugieren que alrededor de 1.2 millones de estudiantes entre 6 y 17 años no retornarán a la escuela luego de la pandemia.
En resumen, la pandemia ha traído serias implicaciones para la educación en la región, incluyendo posibles incrementos en la deserción, menores niveles de aprendizaje y un aumento de la desigualdad en los resultados. Sin embargo, estos costos pueden ser minimizados con políticas focalizadas que puedan proporcionar un aprendizaje compensatorio y frenen el aumento de las pérdidas de aprendizaje como pueden ser extender las jornadas o el año escolar y aplicar programas de tutorías especialmente para los estudiantes de bajos ingresos.
Además, serán necesarias políticas que mitiguen la deserción escolar, como el reforzamiento de las transferencias monetarias condicionadas o intervenciones enfocadas en estudiantes de bajos ingresos. Y, sobre todo, políticas enfocadas en disminuir las brechas tecnológicas que puedan favorecer al aprendizaje en el aula y a distancia. Sin lugar a dudas, estos enfoques de políticas no solo mitigarían los costos de la educación en tiempos de pandemia, sino también que podrían significar la construcción de un mejor sistema educativo en la región para el futuro.
Referencias:
- Azevedo, J., Hasan, A., G, K., Goldemberg, D., & Iqbal, S. (2021, 11 julio). Las pérdidas de aprendizajes debidas a la COVID-19 podrían sumar hasta 10 billones de dólares. Blogs del Banco Mundial. https://blogs.worldbank.org/es/education/las-perdidas-de-aprendizajes-debidas-la-covid-19-podrian-sumar-hasta-10-billones-de
- CEPAL-UNESCO. (2020, agosto). La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19. Secretaria Ejecutiva de la CEPAL. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45904/1/S2000510_es.pdf
- Elacqua, G. (2020, 18 mayo). La educación ante el Covid-19 en América Latina: Retos y alternativas de política. Enfoque Educación. https://blogs.iadb.org/educacion/es/retosyalternativasdepoliticaeducativa/
- Salcedo, C. D. (2021, 2 septiembre). Llueve sobre mojado en América Latina y el Caribe. Enfoque Educación. https://blogs.iadb.org/educacion/es/llueve-sobre-mojado-en-america-latina-y-el-caribe/
- UNESCO (2021, 4 mayo). Un año de educación perturbada por la COVID-19: ¿Cómo está la situación? https://es.unesco.org/news/ano-educacion-perturbada-covid-19-como-esta-situacion
- Vivanco, A. (2020, 15 junio). Vista de Teleducación en tiempos de COVID-19: brechas de desigualdad. Revista Cienciamérica. http://cienciamerica.uti.edu.ec/openjournal/index.php/uti/article/view/307/518
- World Bank Group. (2021, 17 marzo). Se debe actuar de inmediato para hacer frente a la enorme crisis educativa en América Latina y el Caribe. World Bank. https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2021/03/17/hacer-frente-a-la-crisis-educativa-en-america-latina-y-el-caribe