La Economía del Comportamiento sin dudas ha disfrutado un auge a mediados del siglo XX, siendo el foco de numerosos debates en el ámbito económico, hecho que es de esperar ante su abordaje crítico dirigido al modelo convencional de los agentes racionales (homo economicus), aporte proveniente de la dominante escuela neoclásica. La discusión popular y referente, en tenor negativo, más que todo se atribuye a un posible deseo de “desmérito” de los conocimientos actuales del campo tradicional y a la vez, puede incentivarse debido a lo poco atractivo que puede resultar el destacar la irracionalidad de los seres humanos. El basarse en estas consideraciones es común y evidencia superficialidad que ignora el papel central de esta rama: el enriquecer los aportes que hoy en día se encuentran presentes en la ciencia económica.
En términos generales, el aporte principal de esta rama económica es el acercar esta ciencia más a la realidad, reconociendo como las decisiones del individuo promedio se orientan por emociones, sesgos y creencias, además de verse influenciadas por el entorno y la carga cognitiva que posea la persona. Se trata de mostrar apertura al avance de la ciencia económica, bajo el impulso de un enfoque multidisciplinario que acoge aspectos de la sociología, psicología y otros, para así recalcar la importancia de ese componente más social y humano de la economía que ha sido eclipsado históricamente por la búsqueda de métodos comúnmente valorados como sofisticados, atados a la matematización y a los conocidos axiomas de racionalidad (Vargas, 2021).
El hecho de reconocer y estudiar la irracionalidad de los individuos más que una debilidad o un punto en contra, resulta ser una herramienta de poder y con capacidad de generar grandes impactos. Asimismo, se trata de un factor en las decisiones de la cotidianidad imposible de ignorar, es tanto así que las primeras pinceladas de una perspectiva conductual provienen desde mucho antes, donde podríamos remontarnos al 1759 con Adam Smith, quien plantea en su famosa obra “The Theory of Moral Sentiments”, la existencia de un ser cortoplacista y pasional (Monroy, 2017).
Entendiendo la dinámica, el incentivo de seguir estudiando el comportamiento de los seres humanos desde la perspectiva mencionada, está en los resultados novedosos y relevantes que pequeñas iniciativas pueden producir, en especial en las políticas públicas. La conocida “Arquitectura de Decisiones” es un ejemplo de ello, donde su implementación demuestra el como la forma de presentar una opción influenciará en la decisión final a tomar. Kalbekken (2011), publica “Nudging: hotel guests to reduce food waste as a win–win environmental measure’” donde expone como solo variando el tamaño de los platos, el 20% de desperdicio en un buffet se redujo (del Valle, 2016). Este tipo de abordaje sutil y beneficioso ha generado que en la actualidad existan dependencias en esta materia con fines prácticos en lo económico, social y empresarial, donde sobresalen por su incorporación el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial, la oficina del primer ministro de Reino Unido y la Casa Blanca (Vargas, 2021).
En conclusión, la Economía del Comportamiento tiene como fin la expansión de conocimientos, sin descalificar los fundamentos de la economía tradicional, pero considerándolos como pautas normativas más que descriptivas del comportamiento humano. La aplicación de esta rama económica se basa en alternativas que no ameritan de procesos muy complejos, pero si de atención especial a la naturaleza del comportar humano, lo que ha resultado beneficioso para la implementación de medidas e incluso elaboración de políticas públicas. Antes de finalizar, cierro con la siguiente frase de George Bernard Shaw: “Economy is the art of making most of life.”, que en esencia manifiesta el poder de la Economía del Comportamiento, donde “making most of life” es aprovechar los fundamentos tradicionales como normativas y base de inspiración crítica, a la vez que se reconocen a los individuos tal y como son. Conocer y adaptarse a la realidad es la clave, aprovechando lo que hay y extrayendo su mayor potencial.