En la entrega anterior hicimos un recorrido por las distintas teorías de crecimiento económico, desde los clásicos hasta la nueva economía institucional. Quizá el mayor trabajo de divulgación de la escuela de pensamiento neoinstitucionalista es la síntesis de Acemoglu y Robinson (2012), que enfatiza claramente el rol que juegan las instituciones en el crecimiento y desarrollo económico. Los autores definen las instituciones políticas y económicas como el conjunto de reglas y normas formales e informales que rigen la sociedad y los mecanismos para garantizar el cumplimiento de esas reglas.
Las instituciones económicas dan forma a los incentivos económicos, dado que regulan los derechos de propiedad (en especial de los medios y factores de producción) y la forma en que los resultados del proceso productivo se distribuyen entre los agentes económicos. Por su parte, las instituciones políticas determinan los mecanismos de acceso, límites y distribución del poder entre los distintos actores de la sociedad y, por tanto, moldean el tipo instituciones económicas imperante.
En su libro ‘Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza’ los autores distinguen entre dos tipos de instituciones: extractivas e inclusivas. Las instituciones económicas extractivas se caracterizan por privar a una gran proporción de la población del acceso a los medios productivos y a los ingresos resultantes de la producción. Este tipo de estructuras suele estar acompañado de instituciones políticas extractivas, que limitan la capacidad de los miembros de la sociedad para acceder al poder y cambiar la forma de generar y distribuir la riqueza.
En contraposición, las instituciones económicas inclusivas protegen y fomentan la propiedad privada y la seguridad jurídica, aparte de formular reglas de juego claras y justas entre los actores productivos de la economía. En lo que respecta a las instituciones políticas, estas se caracterizan por el pluralismo y la alternancia de un poder centralizado, más no concentrado en unos cuantos actores.
Generalmente, las sociedades que operan en un entorno de instituciones extractivas dan cabida a la aparición de agentes que, por su pertenencia o cercanía a la élite dominante, logran construir estructuras de mercado beneficiosas para ellos, pero ineficientes desde el punto de vista económico agregado. Dichas estructuras incluyen los monopolios, la evasión y elusión de impuestos, la desviación y malversación de fondos públicos y las restricciones a la libre competencia, que generan pérdidas irrecuperables de bienestar agregado que limita el desarrollo de las naciones.
Si bien los autores no brindan las causas del surgimiento de un tipo u otro de instituciones, introducen el concepto de coyunturas críticas, entendidas como aquellos acontecimientos que tiene la capacidad de trastornar el equilibrio económico o político existente. Ante la aparición de una coyuntura crítica, las sociedades tienen la posibilidad de optar por una u otra senda, y la decisión resultante es producto de un proceso de negociación que incorpora cierta aleatoriedad. Asimismo, el texto explica que, una vez enfrentada una coyuntura crítica, suelen generarse espirales viciosas o virtuosas, dada la capacidad de auto reforzamiento de las instituciones inclusivas y extractivas.
Existen varios paralelismos entre las lecciones de ese ensayo y la realidad de la República Dominicana. Nuestra nación no ha logrado dar el salto hacia el anhelado desarrollo sostenido, a pesar de contar con una excelente dotación de recursos naturales y de gozar de una ubicación geográfica bastante estratégica. Si bien la economía dominicana en los últimos 50 años ha mostrado un desempeño excepcional entre sus pares latinoamericanos, existen deudas pendientes en materia de equidad, igualdad de oportunidades y educación. La desigual distribución del ingreso y de la riqueza es marcada, y grandes segmentos sociales no tienen cubiertas sus necesidades básicas de alimentación, techo y acceso a servicios públicos.
Analizando el caso dominicano bajo la lupa de la nueva economía institucional, cabe preguntarse: ¿tienen nuestras instituciones políticas y económicas carácter más extractivo que inclusivo?; de ser más extractivas, ¿qué impidió que, históricamente, desarrollásemos instituciones más inclusivas?; ¿cuáles fueron las coyunturas críticas históricas que enfrentamos?; ¿cuáles trayectorias resultaron al enfrentar esas coyunturas?
En lo que respecta a las instituciones políticas, a partir de mediados de la década de los noventa hemos tenido cierta alternancia en el poder político, sin mayores obstáculos a la participación en los certámenes electorales ni a la transición democrática. Intentos ocasionales de perpetuación en el poder por parte de ciertos actores han sido limitados por controles institucionales y, en ocasiones, por la propia voluntad del electorado. Si bien en República Dominicana el devenir político es perfectible, los años de fraudes descarados, golpes y autogolpes de estado parecen superados.
¿Qué hay de nuestras instituciones económicas? En la economía dominicana, a pesar de mostrar un muy buen desempeño a nivel agregado, persisten amplios sectores de la sociedad que sobreviven en condiciones desconectadas de los indicadores macroeconómicos, y el grueso de la población no disfruta de una libertad económica y financiera plena.
Desde esa óptica, las instituciones económicas dominicanas podrían clasificarse como extractivas o, al menos, no inclusivas. Una estructura parcialmente sustentada por grupos de poder rentistas de carácter privado y público, con poco o ningún incentivo para cambiar el statu quo en el que prosperan. Esta dualidad entre instituciones económicas extractivas en un entorno de instituciones políticas inclusivas solo es posible porque, si bien la alternancia democrática está hasta cierto punto garantizada, los actores políticos se benefician (directa o indirectamente) de esas instituciones económicas. En consecuencia, parece existir cierto acuerdo tácito para respetar las reglas del juego democrático, siempre y cuando la maquinaria productiva continúe funcionando.
Este equilibrio entre la espiral virtuosa de instituciones (políticas y económicas) inclusivas y la espiral viciosa de instituciones extractivas, lo bautizamos como “el filo de la navaja (política)”: un cambio hacia instituciones económicas más inclusivas se vería reforzado por el entorno democrático imperante, generando un bienestar mejor distribuido entre los actores de la sociedad. En sentido contrario, un deterioro en las instituciones políticas podría obscurecer las reglas de juego, alejando la inversión extranjera, y revirtiendo o ralentizando el crecimiento experimentado en las últimas décadas.
¿Qué hace falta para que ocurra un cambio en uno u otro sentido? Como se mencionó más arriba, es en las coyunturas críticas donde usualmente se dan esos puntos de inflexión. Históricamente, el evento de esta naturaleza más relevante para nuestra sociedad fue probablemente la conquista y el período de la colonia española, que sentaron las bases y moldearon gran parte de la identidad de lo que más adelante sería la República Dominicana. Las pugnas entre Francia y España por el territorio insular, las devastaciones de Osorio, la implantación y abolición de la esclavitud, la ocupación haitiana y las gestas independentistas, representan también ejemplos claros de eventos definitorios o cruciales.
Ya en la era republicana, la anexión a España y la guerra librada para recuperar la independencia, el despegue de la industria azucarera, los regímenes dictatoriales y conflictos caudillistas y la invasión norteamericana representan episodios en los que la nación dominicana enfrentó la disyuntiva entre perpetuar las estructuras extractivas instauradas desde la conquista o cambiar el curso hacia instituciones más inclusivas.
La Era de Trujillo, a través de un capitalismo de estado nepotista y monopolista, marca quizá la cúspide de la “tradición despótica dominicana”, en palabras del historiador Roberto Cassá. Una vez cerrado ese capítulo de nuestra historia, el efímero gobierno de Bosch, su derrocamiento, y las pugnas de poder subsiguientes representaron coyunturas críticas que desembocaron en 25 años de transición democrática sin cambios de fondo en las instituciones económicas.
Precisamente, el final de ese período de transición corresponde con el inicio del episodio de mayor impacto hacia estructuras económicas más inclusivas de la historia reciente, consistente en el conjunto de reformas estructurales de la década de los noventa y principios de este siglo. La liberalización de varios precios y mercados, el establecimiento y reconocimiento de derechos de los trabajadores, la participación del capital privado en algunos sectores clave, el desmantelamiento de varios monopolios estatales y privados, la creación de un sistema de seguridad social universal, la independencia por ley del Banco Central y la firma del mayor acuerdo de libre comercio de nuestra historia, son algunos de los cambios asumidos a lo largo de esos 15 años que nos acercaron más a la espiral virtuosa.
Como resultado de esta batería de cambios estructurales, hoy vivimos en una sociedad más próspera y libre que hace 30 o 50 años. Sin embargo, es cuesta arriba creer que podremos mantener esa trayectoria expansiva de nuestra riqueza y libertades por 30 o 50 años adicionales sin cambiar de manera fundamental nuestras instituciones, que mantienen a una gran proporción de la población marginada, sin acceso a oportunidades y con limitada movilidad socioeconómica.
El escenario actual, en el cual se discute la implementación de una nueva ola de reformas, se presenta como una oportunidad para empujar nuevamente a la República Dominicana en la dirección de la espiral virtuosa, con instituciones económicas más inclusivas y, en menor medida, un reforzamiento de las instituciones políticas. Las deudas pendientes respecto a la inversión pública, los derechos de los trabajadores, la distribución del ingreso y los sectores educativo y eléctrico podrían ser saldadas total o parcialmente en este escenario, si es asumido como una coyuntura crítica y, más importante aún, en las negociaciones resultantes triunfan el interés común y la visión de largo plazo.
Referencias:
- Acemoglu, D., & Robinson, J. A. (2012). Why nations fail. Crown Publishers, New York.
- Chiang, Alpha C. (1992), Elements of Dynamic Optimization, McGraw-Hill, Inc., New York.
- Cordero Michel, José R. (1959), Análisis de la Era de Trujillo, Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (2020).