La política de estabilización es la principal herramienta para controlar las fluctuaciones de la economía real. Pero en la coyuntura actual las opciones basadas en las políticas fiscal y monetaria son limitadas: el FMI reporta niveles de deuda solamente comparables con los registrados durante las grandes guerras en el siglo pasado. Paralelamente, la gráfica muestra que la incertidumbre respecto a la política fiscal en los EEUU desde 2008 es mayor que durante las dos décadas previas.
En vista de la carencia de ‘espacio’ para la política de estabilización, ¿cuáles opciones tienen los gobiernos alrededor del mundo ante la posibilidad de estanflación -inflación combinada con reducción en la producción real? Una alternativa es diseñar programas independientes de la política económica convencional. Y esa idea motiva el paquete recientemente aprobado por los Estados Unidos – la Ley de Reducción de la Inflación.
La iniciativa incluye elementos derivados de la intersección entre la macroeconomía y el derecho. Yair Listokin de la Universidad de Yale contribuye con la literatura académica sobre la materia. Las posibilidades son múltiples y ameritan consideración tanto en economías avanzadas como en las que están en vías de desarrollo.
Por ejemplo, la flexibilización de regulaciones al sistema financiero puede liberar recursos sin costos adicionales. Obviamente, lo anterior asume que los cambios no aumentan la probabilidad de enfrentar una crisis en el sistema financiero que amenace la estabilidad de la economía. La implementación de legislación para promover la conservación del medio ambiente natural puede incentivar la inversión en energías renovables y contribuir a la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Opciones adicionales incluyen la renegociación, o condonación parcial o total, de la deuda pública de los países en vías de desarrollo. También pueden contemplarse cambios en la regulación del mercado de trabajo; por ejemplo, afectando los factores determinantes de los flujos de trabajadores entre empleo y desempleo. Y además facilitar la implementación de acuerdos que conduzcan al avance del intercambio comercial global -incluyendo a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Implementar políticas económicas no ortodoxas no es una panacea. Un ejemplo es el debate generado por la flexibilización de la regulación financiera durante la crisis financiera de 2008 en los EEUU -probablemente incrementando el problema de riesgo moral; ver la contribución de Lawrence Ball de la Universidad Johns Hopkins. Otro caso resulta de la expansión extrema de la política monetaria efectuada por el Banco Central Europeo -a raíz de la crisis que sufrió Europa desde 2008- conduciendo a una demanda legal que terminó en las altas cortes de Alemania.
Las opciones para la política macroeconómica de estabilización ortodoxa mermaban antes de la pandemia derivada de la COVID-19 y sus consecuencias. El conflicto entre Rusia y Ucrania complica la situación para las economías alrededor del mundo. La escasez de espacio para las políticas convencionales induce a contemplar esquemas fundamentados en la intersección entre la macroeconomía y el derecho.
Gráfica
Índice de incertidumbre de la política fiscal en los Estados Unidos, 1990-2022
Fuente: elaborada por el autor con FRED del Banco de la Reserva de San Luis (EPUFISCAL).