El confinamiento en América Latina y el Caribe: Un mal necesario
El instinto detrás de la respuesta hacia una crisis suele ser tratar de minimizar el daño. En una crisis sanitaria como la del COVID-19, se ha tratado de minimizar el daño haciendo uso de medidas de confinamiento para aplanar la curva de contagios. En América Latina y el Caribe (ALC), a pesar de la aplicación de estas medidas, que han significado enormes costos económicos, los casos por COVID-19 continúan en aumento, habiendo ya superado las 300,000 muertes, convirtiendo a ALC en la región con la más alta tasa de mortalidad por COVID-19 en el mundo.
Desde pandemias como la “peste negra” en 1348 hasta la “gripe española” de 1918, el confinamiento ha sido la herramienta utilizada como medida principal para enfrentar la crisis dado que la propagación de la enfermedad ocurre por el contacto entre las personas. Con el confinamiento, se restringe la movilidad y las aglomeraciones, moderando así la propagación de la enfermedad hasta un nivel compatible con la cantidad de hospitales disponibles y un reducido número de muertes.
La idea detrás de esto es poder disminuir con rapidez la tasa de contagio o también conocido como el “factor R0”. Este factor representa el número de casos, en promedio, que van a ser producidos por una persona infectada durante el periodo de contagio. Es decir, si el promedio del factor R0 es tres, entonces se estima que una persona infectada, puede infectar a otras tres. Cuando el factor R0 se encuentra por debajo de uno, quiere decir que el número de casos está disminuyendo lo cual posiblemente dé luz verde para una reapertura económica. Lo contrario ocurre cuando se encuentra por encima de uno; esto sugiere que los casos están en aumento y por lo tanto se deben de establecer más medidas de distanciamiento y cierres.
El confinamiento ha demostrado ser una de las políticas más efectivas con la que cuentan los gobiernos actualmente para frenar la propagación del COVID-19. En Italia, por ejemplo, luego de establecer el confinamiento a principios de marzo, el R0 bajó a 0.8 para finales de abril. De igual forma, con una duración en promedio de 28 días luego de imponer el confinamiento, los países de la OCDE lograron disminuir el R0 a menos de uno. Sin embargo, la historia no ha sido la misma para los países de ALC. En Chile, por ejemplo, para disminuir el factor a menos de uno fueron necesarios 90 días de confinamiento. Es claro que reducir el R0 y aplanar la curva de contagios ha sido más difícil para la región, pero ¿Por qué?
Así como el confinamiento ha sido efectivo para frenar la propagación del virus, también ha demostrado ser un costo elevado para las economías, en especial para las de ALC, en donde existe una gran cantidad de personas dedicadas a los sectores relacionados con el comercio—los sectores más afectados por la pandemia del COVID-19 —. Para fines de poder minimizar el costo de esta crisis, es necesario que se realice un confinamiento de manera correcta.
En ALC existen distintos factores que pueden hacer difícil esta tarea. Dos de ellos son la capacidad del Estado para hacer cumplir el confinamiento y la informalidad laboral. Hacer cumplir el confinamiento puede complicarse cuando existe poca confianza hacia el Estado y cuando hay zonas que se encuentran desprovistas de la presencia de este. Cuando esto sucede, las personas eligen con facilidad ignorar las medidas de distanciamiento.
Otro factor es la informalidad laboral, la cual contribuye a que el cumplimiento del confinamiento sea más bien una misión imposible. En ALC más de la mitad de la fuerza laboral se encuentra trabajando en condiciones de informalidad. Este nivel de informalidad hace que sea más difícil mantener un confinamiento, pues para este grupo de la fuerza laboral—que no posee un sistema de seguridad social y que devenga un nivel precario de ingresos—, el confinamiento impide que puedan trabajar y conseguir el sustento del día a día. Es poco realista pensar que esta población que vive con lo justo pueda cumplir con una medida que les impida sustentarse. Para estos, encontrar el equilibrio entre salud y economía puede ser algo más que difícil. Es como bien menciona Frank Fuentes en su artículo ¿Morir de Covid o morir de hambre? “para esta franja de la sociedad, como cantaba el gran Frankie Ruíz, la cura contra el COVID-19 resultó más mala que la enfermedad.”
Por otro lado, según ONU-Habitat en ALC residen 110,7 millones de personas en asentamientos precarios. La población que vive en barrios y en viviendas de baja calidad suele encontrarse en entornos de mucha vulnerabilidad, en donde la combinación de las condiciones de vida preexistentes, la capacidad de mantener el distanciamiento social de manera efectiva, la infraestructura de higiene y la vulnerabilidad del sistema de salud, crean el contexto ideal para mantener en aumento la curva de contagios, por lo que aun cuando se establezca un confinamiento de manera correcta y se mantenga a todo el mundo en casa, las condiciones de precariedad persistentes pueden entorpecer el freno del aumento de contagios.
Indudablemente, la implementación de los confinamientos ha salvado muchas vidas, pero sus efectos suponen una factura con un costo elevado, y más aún para la región de ALC, en donde factores como la capacidad del Estado para hacer cumplir las medidas de distanciamiento y la informalidad laboral reinante dentro del mercado de trabajo, impiden su buen cumplimiento. Además, los niveles de vulnerabilidad existentes en la región implican que mantener un confinamiento de manera correcta, tal vez no sea suficiente. Será necesario seguir trabajando en temas estructurales a nivel económico y social para no solo lograr aplanar la curva de contagios y minimizar el daño de esta crisis sanitaria, sino también para prevenir un escenario similar en el futuro.
Referencias:
- Bentata, C., Prat, J., & Ripani, L. (20 de junio de 2020). Informalidad laboral y coronavirus: una combinación desafiante. Obtenido de Banco Interamericano de Desarrollo: https://blogs.iadb.org/trabajo/es/informalidad-laboral-y-coronavirus-una-combinacion-desafiante/
- Brito, F. F. (13 de Octubre de 2020). ¿Morir de COVID o morir de hambre? Obtenido de Empirica: https://empirica.do/6229/morir-de-covid-o-morir-de-hambre-2
- Fisher, M. (23 de Abril de 2020). R0, the Messy Metric That May Soon Shape Our Lives, Explained. Obtenido de The New York Times: https://www.nytimes.com/2020/04/23/world/europe/coronavirus-R0-explainer.html
- Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health. (30 de octubre de 2020). Latin America: Highest COVID-19 Death Rate. Obtenido de Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health: https://www.globalhealthnow.org/2020-10/latin-america-highest-covid-19-death-rate
- ONU-Habitat. (s.f.). Viviendas y mejoramiento de asentamientos precarios. Obtenido de ONU-Habitat: https://unhabitat.org/es/node/3140
- Organizacion Internacional del Trabajo. (s.f.). Economía informal en América Latina y el Caribe. Obtenido de Organizacion Internacional del Trabajo: https://www.ilo.org/americas/temas/econom%C3%ADa-informal/lang–es/index.htm
- Vlaicu, R., & Perilla, S. (27 de agosto de 2020). ¿Han resultado efectivos los confinamientos en América Latina? Obtenido de Banco Interamericano de Desarrollo (BID): https://blogs.iadb.org/ideas-que-cuentan/es/han-resultado-efectivos-los-confinamientos-en-america-latina/