¿Morir de COVID o morir de hambre?
Por Frank Fuentes Brito
Este es el trágico dilema que enfrentan millones de trabajadores informales en el mundo ante las políticas de confinamiento y las medidas de distanciamiento social impuestas para limitar el avance del COVID-19. La Organización Internacional del Trabajo define el empleo informal como “una relación laboral que no está sujeta a la legislación nacional, no cumple con el pago de impuestos, no tiene cobertura de protección social, y carece de prestaciones relacionadas con el empleo.”
La informalidad en el mercado laboral es posiblemente la más perniciosa debilidad estructural de la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo. En América Latina y el Caribe (ALC), a pesar de que ha servido por décadas como “válvula de escape” ante la limitada generación de empleos, las debilidades regulatorias y la baja calidad educativa, la informalidad es hoy una de las principales retrancas para la lucha contra el COVID-19 y su demoledor impacto socioeconómico.
Actualmente, ALC es una de las regiones más afectadas por la pandemia, sumando 9.8 millones de casos y más de 365,000 muertes al 10 de octubre, según Johns Hopkins University. En estas circunstancias, no es casualidad que todos los pronósticos de crecimiento, tanto de organismos internacionales como de analistas independientes, indiquen una histórica contracción entre -7.5% y -9.0% a nivel regional para 2020. Solo en el sector formal, se estima que se podrían perder más de 17 millones de empleos (Altamirano et al, 2020).
Para los informales, que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) representan alrededor del 60% de la fuerza de trabajo en ALC, el golpe ha sido demoledor, ya que la drástica reducción de la actividad económica y las limitaciones a la libre movilidad han restringido su capacidad de ganarse la vida. De hecho, un alto porcentaje de informales labora en actividades consideradas no esenciales relacionadas al comercio, la manufactura y los servicios, particularmente en restaurantes y hoteles, cuya paralización tiene una alta incidencia entre jóvenes, mujeres y adultos mayores.
Estos trabajadores están, casi en su totalidad, desprovistos de acceso a redes de asistencia social, devengando bajos salarios, sin acceso a una pensión, sin ahorros ni activos a su nombre. En estas circunstancias, es evidente que la pandemia ha elevado su probabilidad de caer en (o regresar a) la pobreza y la pobreza extrema. Esto revertiría los avances experimentados por la región en materia de indicadores sociales durante la última década. En definitiva, para esta franja de la sociedad, como cantaba el gran Frankie Ruíz, la “cura” contra el COVID-19 “resultó más mala que la enfermedad.”
Incluso las grandes empresas de economía colaborativa (Uber, Airbnb, Blablacar, entre otros), así como las diversas iniciativas de la denominada gig economy, han experimentado drásticas mermas en la demanda debido al riesgo de infección, junto a un mayor influjo de participantes que buscan complementar su ingreso en respuesta a los despidos y las suspensiones masivas.
En ALC, depender de un trabajo como mensajero, taxista, handyman o freelancer a través de estas plataformas digitales, es más un salvavidas que un trampolín, ya que por lo general estas actividades ofrecen bajos salarios, eluden leyes laborales y no pagan beneficios. Esa es la razón por la que en los últimos meses miles de trabajadores “autónomos” en Argentina, Brasil, Colombia y México, han organizado huelgas y protestas en procura de mejores salarios y condiciones de trabajo.
Sin duda, el COVID-19 ha puesto en evidencia la urgencia de implementar reformas laborales integrales en ALC para sostener la recuperación post-pandemia y recuperar el terreno perdido. Es claro además que el alto nivel de informalidad que caracteriza los mercados de trabajo en la región ya no solo tiene implicaciones socioeconómicas sino también sanitarias. Por ende, es impostergable arreciar un ataque frontal contra la informalidad y crear las condiciones para la creación de empleos de calidad y la operación de una red de protección social más eficiente y sostenible.
Ante el rápido deterioro de la cantidad y la calidad del empleo en la región, los gobiernos no pueden abandonar a los informales a su suerte. Deben identificarlos, alcanzarlos y apoyarlos con medidas de estímulo. Esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Sin embargo, es clave para evitar que la crisis económica y sanitaria, engendre una “generación en cuarenta”, atrapada por la informalidad, la pobreza y el desempleo. Recordemos además que las sociedades latinoamericanas ya no son tan indiferentes (ni pacientes) ante la desigualdad y la injusticia social.
Por ende, facilitar la transición a la formalidad es esencial. Para esto es necesario tener una discusión seria y desapasionada sobre los salarios. Si para los trabajadores es posible obtener más ingresos “chiripeando” que trabajando ocho horas en uniforme y cotizando a la seguridad social, la mayoría seguirá prefiriendo la informalidad. Este podría ser el caso en ciertas ocupaciones, pero no puede seguir siendo la norma en toda la economía.
Igualmente, es preciso revisar la carga regulatoria y facilitar su cumplimiento, ya que esto encarece el costo de cada empleo formal. Aquí juega un rol fundamental el apoyo y el acompañamiento del Estado a las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPyMEs). Finalmente, hay que reconocer que la transformación digital es tanto una herramienta como un desafío para reducir la informalidad en ALC. Para esto se requiere continuar elevando la calidad de la educación y el apoyo al emprendimiento.
El camino no es fácil. Pero es la única manera sostenible de que en el futuro muchos trabajadores no tengan que verse nuevamente obligados a elegir entre su salud y su comida.
Referencias:
- OECD (2020a). COVID-19 in Latin America and the Caribbean: Regional socio-economic implications and policy priorities. April. https://read.oecd-ilibrary.org/view/?ref=129_129904-k3xp17fqbl&title=COVID-19-in-Latin-America-and-the-Caribbean-Regional-socio-economic-implications-and-policy-priorities
- Altamirano, A., Azuara, O., González, S. (2020). ¿Cómo impactará la COVID-19 al empleo?:
Posibles escenarios para América Latina y el Caribe. April. Interamerican Development Bank. http://dx.doi.org/10.18235/0002301