La importancia de consensuar políticas al nivel global motiva la acción de organismos internacionales como la ONU y el FMI. La expectativa es que las decisiones de los organismos conducirán a mejorar el bien común –en el sentido de Pareto. Pero múltiples estudios concluyen que los fallos pueden estar determinados por intereses que divergen de los convenientes para la mayoría.
Obviamente, el primer mandatario de una nación influye sobre el patrón de votación de sus representantes en los organismos internacionales. Dreher y Jensen investigan el impacto de los cambios de gobernantes sobre las votaciones en la Asamblea General de la ONU. Los economistas descubren que los mandatarios nuevos son más proclives a votar en favor de la ONU. Los autores especulan que el patrón probablemente refleja el deseo de obtener beneficios pecuniarios como resultado de las votaciones.
Las conclusiones sobre la importancia del motivo pecuniario son respaldadas por otros estudios. Ambrocio y Hasan estudian las votaciones en la Asamblea General de la ONU y la ayuda extranjera para medir la relación con los Estados Unidos; los investigadores también consideran las visitas oficiales de mandatarios a la Casa Blanca en Washington. La investigación reporta que las conexiones con los Estados Unidos están asociadas con menores tasas en los bonos de los países y mejores calificaciones de inversión. Y también encuentran que los efectos son más relevantes para países de bajos ingresos.
El problema de votos por beneficios no afecta únicamente a los países avanzados. Un caso notable es el relacionado con el embargo del petróleo de Iraq derivado de la Guerra del Golfo Pérsico en 1991. Heaton investiga las acciones tomadas por Iraq para circunnavegar las restricciones y tratar de influir sobre las votaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Los factores pecuniarios son significativos. Pero también existen elementos relacionados con la reputación internacional de los mandatarios. Mosler analiza las votaciones en la ONU sobre temas relacionados con Israel, Palestina, y temas conexos. La investigación concluye que las autocracias votan menos frecuentemente en línea con Israel que las democracias. El autor concluye que las autocracias probablemente votan de esa manera para evitar las críticas sobre sus ejecutorias.
También existe evidencia empírica respecto a la relevancia de la inclinación ideológica de un gobierno. Potrafke estudia un grupo de economías pertenecientes a la OCDE utilizando datos sobre sus patrones de votación en la Asamblea General de la ONU. Uno de los hallazgos es la proclividad de gobiernos de inclinación hacia la izquierda a votar en contra de los Estados Unidos.
El enfoque también es relevante para entender el acceso directo a recursos financieros. Los economistas Robert Barro y Jong-Wha Lee estudian los determinantes de los fondos otorgados mediante programas del FMI. La investigación muestra que la magnitud de los fondos obtenidos por un país está relacionado a la cuota que contribuye al organismo. Además, Barro y Lee descubren que los préstamos obtenidos del FMI son más frecuentes y grandes para países conectados económica y políticamente con los Estados Unidos y otras naciones avanzadas.
Los organismos internacionales laboran para solucionar problemas que afectan el bien común al nivel global. Pero las votaciones sobre cuestiones relacionadas a esos fines frecuentemente son el resultado de factores -pecuniarios y no pecuniarios- que divergen de los de la membresía; los determinantes de esta última son, también, complejos. El tema es importante para pensar sobre la dificultad de consensuar sobre asuntos globales –incluyendo la protección del medio ambiente natural, la coordinación de la política macroeconómica, y la migración.