Una Perspectiva Económica del Ébola
En 1995 se estrenó la película estadounidense Outbreak (traducida al español como “Epidemia”) protagonizada por estrellas de la categoría de Dustin Hoffman, René Russo y Morgan Freeman. En ella se dramatizan las terribles consecuencias del brote de una letal y contagiosa enfermedad en los Estados Unidos denominada “Motaba”, originaria de África, y con una tasa de mortalidad de 100% en apenas 24 horas. La trama se desenvuelve en la lucha contra el tiempo por encontrar un antídoto bajo la amenaza de bombardear el pueblo donde se concentra el virus para evitar una epidemia. Para muchos este guion es solo posible en el cine de ciencia ficción. Desafortunadamente, la reciente pandemia de Ébola en África, con casos comprobados en Estados Unidos y España, demuestra lo contrario.
El Ébola, virus para el cual no existe un tratamiento específico ni vacuna para personas o animales infectados, se caracteriza por una fuerte fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, seguido por vómitos, diarrea, erupciones en la piel, disfunción renal y hepática y hemorragias internas, causando la muerte en un 90% de los casos. Según la Organización Mundial de la Salud, el virus se transmite al ser humano por el contacto con órganos, sangre o secreciones de animales infectados. Los casos encontrados en África están asociados a contacto con monos, murciélagos, antílopes y puercos espines. Fue detectado por primera vez en 1976 en dos brotes simultáneos en Sudán y la República Democrática del Congo. De hecho, su nombre se deriva del rio Ébola que pasa cerca de la aldea de Yambuku en el Congo.
Los reportes más reciente del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, desde el inicio de este brote de Ébola en diciembre de 2013, han fallecido 4,484 pacientes infectados en Liberia, Sierra Leona y Guinea, mientras que múltiples medios de comunicación africanos afirman que las cifras oficiales incluyen menos del 50% de los casos. Su avance ha sido tan vertiginoso que la Organización Mundial de la Salud afirmó que en unos dos meses habrá al menos 10 mil casos de Ébola por semana.
Además del lamentable y creciente número de pérdidas humanas, la alta tasa de mortalidad del Ébola y los altos costos médicos que implica su tratamiento, hacen que el impacto económico de esta epidemia sea devastador para cualquier país o región que no logre aislar la expansión del virus. Actualmente, las regiones afectadas por el Ébola están experimentando caídas en la producción, mayores déficits fiscales, aumento de precios y, por ende, incrementos la pobreza.
Según el Banco Mundial, se estima que en África Occidental el impacto del Ébola en el crecimiento económico de 2014 tiene el potencial de reducir el crecimiento en 2.1 puntos porcentuales del PIB en Guinea, 3.3 puntos en Sierra Leona y 3.4 puntos en Liberia, equivalentes a una pérdida de superior a los US$350 millones de dólares. En términos fiscales, el impacto económico del avance del virus es también considerable estimándose incrementos en el déficit fiscal entre 1.2 y 4.7 puntos del PIB de estas economías para 2014. Asimismo, la información económica disponible indica que ya se comienzan a verificar presiones inflacionarias en la región, particularmente en los precios de los alimentos, producto de la escasez, la incertidumbre y la especulación, unido a la creciente volatilidad cambiaria por la salida de capitales.
Es evidente entonces que el potencial costo macroeconómico del Ébola no es trivial, pudiendo incluso llevar a una economía a la recesión si el virus logra expandirse sin control, lo que para algunas regiones empobrecidas del mundo podría ser equivalente a la “Peste Bubónica” que azotó a Europa en el siglo XIV.
De la misma manera, los costos directos a nivel microeconómico superan con creces los relacionados al Cáncer y el VIH. Por ejemplo, el tratamiento del paciente liberiano Thomas Eric Duncan, primer diagnosticado en EEUU, durante los 9 días que permaneció en el Texas Health Presbyterian Hospital de Dallas, costó alrededor de medio millón de dólares, incluyendo los costos indirectos relacionados al aislamiento y cierre de varias áreas del hospital para reducir la probabilidad de contagio. Duncan falleció el 8 de octubre y no tenía seguro médico. Sin embargo, aunque los dos casos más recientes de Ébola detectados en EEUU están cubiertos por un seguro, deberán pagar alrededor de US$25 mil en deducibles por el tratamiento.
Aunque parezca irónico, lo único positivo que tiene este reciente brote de Ébola es que su llegada al primer mundo podría ayudar a crear los incentivos para encontrar una vacuna contra este terrible virus. Debemos estar conscientes que la Economía es una ciencia de incentivos, por eso al momento en que las compañías farmacéuticas están decidiendo dónde dirigir su dinero de Investigación y Desarrollo, evalúan el mercado potencial para un fármaco. Eso significa que tienen un claro incentivo económico de concentrarse en enfermedades que afectan a los estratos más ricos de la sociedad (sobre todo en países desarrollados) y fabricar medicamentos que la gente tomará regularmente durante mucho tiempo en lugar de antídotos en forma de vacunas.
Este sistema de incentivos es el que permite que los países desarrollados tengan acceso a los medicamentos y tratamientos más avanzados, mientras la inversión en curas para enfermedades que afectan a personas pobres en países en desarrollo sea insuficiente. Por esta razón, enfermedades como la Malaria, Tuberculosis y el Dengue, que cobran millones de vidas al año, reciben menos atención que el colesterol alto o la migraña. Por eso, mientras el Ébola se concentró en países pobres y en reducidos grupos de personas, era considerado como una mala inversión para las farmacéuticas. Esperemos que ahora sea diferente. Porque en el capitalismo, ya sea “salvaje” o “descafeinado”, lo económico prima ante todo, incluso con un virus tan letal como el Ébola.