Las recomendaciones de los economistas derivan, primordialmente, de las conclusiones de investigaciones teóricas y empíricas. Como ilustración, la teoría plantea que una economía con mercados que funcionan adecuadamente implica la mejor distribución posible entre los participantes, y viceversa. Esa conclusión es central en muchas recetas de política económica, pero descansa en supuestos estrictos y es difícil de comprobar empíricamente, y por lo tanto es una fuente perenne de debates (p. ej., Bowles y Gintis).
La contribución respecto a las propiedades de una economía en equilibrio general dilató en consolidarse y mereció el Premio Nobel de Economía (en años diferentes) para Kenneth J. Arrow y Gerard Debreu. El avance descansa sobre un programa de investigación reconocido en la historia del pensamiento económico. El ‘equilibrio walrasiano’ y la ‘eficiencia de Pareto’ son piedras angulares de la agenda. Un elemento interesante es que León Walras y Vilfredo Pareto son las principales figuras de la ‘Escuela de Lausana’ –basada en la ciudad homónima al borde del lago Lemán en el cantón de Vaud, Suiza.
Léon Walras nació en Francia en 1834 y desde joven derivó beneficios del ambiente familiar: su padre -Auguste Walras- era amigo del economista francés Augustin Cournot, célebre por su modelo de oligopolio. Léon Walras es reconocido por contribuciones a la economía matemática y los modelos de equilibrio general. Y esos aportes son vitales para los de Arrow-Debreu.
Walras ocupó la Cátedra de Economía Política en la Universidad de Lausana desde 1870 hasta 1892. Precisa notar que la literatura registra la frustración de Walras ante la imposibilidad de contribuir trabajando en su natal Francia; y otras curiosidades como la discutida por Agnar Sandmo respecto a las diligencias de Walras para ser considerado como candidato al Premio Nobel de la Paz. Walras murió en Suiza en 1910 y su tumba se encuentra en Clarens, cantón de Vaud.
Vilfredo Pareto nació en 1848 en París, pero con raíces italianas. Sus contribuciones más importantes están relacionadas con la economía matemática y del bienestar. Pareto fue el sucesor de Walras en Lausana, propiciando la continuidad de la agenda de investigación de la Escuela. Algunos autores señalan lo paradójico del estatus de Pareto en la historia del pensamiento económico –derivado principalmente de conclusiones teóricas, aunque él estaba inclinado al análisis empírico, y también contribuyó a la sociología. Joseph A. Schumpeter explica aspectos de la vida y el trabajo de Pareto, y es una guía excelente sobre la literatura. Pareto murió en 1923 y sus restos descansan en Cèligny, cantón de Ginebra, Suiza.
Entender la evolución del pensamiento económico es interesante desde el punto de vista puramente intelectual. Pero el caso Walras-Pareto y la Escuela de Lausana –incubadora de ideas que revolucionaron la economía como ciencia y cuya influencia perdura hasta hoy- también demuestra la importancia de ambientes favorables para la investigación. Crear las condiciones necesarias no es tarea fácil y depende de la contribución de toda la sociedad, incluyendo del estado.