Cuando los economistas buscan la receta para el desarrollo de una nación se encuentran con diferentes caminos, pero ninguno con una salida clara. Desde Robert Solow hasta Dani Rodrik se ha tratado de encontrar la receta para que los países prosperen, sin embargo, ningún economista ha podido encontrar la respuesta definitiva. Muchos dicen que la política industrial es lo necesario para el desarrollo, mientras que otros argumentan que las instituciones son lo esencial. Algunos insisten que debemos volver al “Consenso de Washington”, mientras que otros aseguran que necesitamos más inversión en infraestructura. La realidad es que no existe una estrategia perfecta para llegar alcanzar el desarrollo, y si existe, aún los economistas no la hemos encontrado.
Sin embargo, existe evidencia de que las políticas mencionadas anteriormente (junto a algunas más) juegan un rol en encaminar a los países hacia el desarrollo. No está de más decir que cada país deberá labrar su propio cambio ya que lo que funciona en uno, no necesariamente funcionará en otro. Pero entre las características comunes de las economías avanzadas, la inversión en capital humano se destaca como un factor determinante en el camino hacia el desarrollo.
Después de los aportes de Theodore Schultz, Gary Becker y Jacob Mincer al estudio del aporte de la educación al nivel de ingresos y la productividad, los economistas comenzaron a profundizar en la importancia de la educación y otras formas de capital humano, y su impacto a nivel micro y macroeconómico. Becker (1964) define el capital humano como el conjunto de las capacidades productivas que un individuo adquiere por acumulación de conocimientos generales o específicos.
El capital humano es fundamental para el desarrollo y para disminuir las desigualdades entre los habitantes, ya que la cantidad de capital humano que posee una persona determina su productividad y, por consiguiente, su capacidad de generar ingresos. A medida que las personas adquieren más conocimientos, tienen más capacidad para absorber las técnicas de producción existentes y poder crear e innovar. No es casualidad que los países que hoy tienen los ingresos per cápita más altos son aquellos que tienen altos niveles de capital humano. Esto sucede ya que las habilidades cognitivas de la población, las cuales no están determinadas solamente por los años de escolaridad, están estrechamente relacionadas con los ingresos individuales, la distribución del ingreso y el crecimiento económico (Becker y Woessmann, 2009). Gracias al desarrollo teórico y la evidencia empírica en este campo, podemos comprender mejor la importancia de invertir en las personas.
Los países en vía de desarrollo tienen un gran reto por delante, ya que invertir en capital humano es costoso y los resultados no se logran de la noche a la mañana. Desde el año 2013 la República Dominicana invierte cada año el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) en la educación. Esta inversión ha logrado impulsar diversas políticas que han ayudado a la creación de aulas y han aumentado la capacidad de los niños de ingresar a la educación pública. No obstante, esto no ha sido suficiente para mejorar los problemas que tiene el sistema educativo dominicano. Según la Evaluación Diagnóstica Nacional de Tercer Grado de primaria en el 2017, solo el 12% de los estudiantes obtuvieron resultados positivos en lengua española y un 27% en matemática. Adicionalmente, solo el 2.9% de los profesores examinados dentro de la Evaluación del Desempeño Docente obtuvieron calificaciones por encima de los 90 puntos.
Estas cifras son preocupantes y ameritan una reconsideración de la estrategia de inversión en educación. La inversión en infraestructura escolar es importante, pero debe ser debidamente complementada con mejoras sustanciales en la calidad docente, la estructura curricular y los métodos de enseñanza. En países donde la matriculación es baja y la pobreza y el trabajo infantil mantienen alta la deserción escolar, se debe seguir trabajando para crear los incentivos para garantizar que las familias envíen a sus hijos a la escuela. Se necesita además ajustar los métodos de enseñanza a las nuevas necesidades y a tono con las plataformas tecnológicas existentes, de manera que capture la atención de los estudiantes, y de esta forma lograr que estos tengan una mayor comprensión del material que se les enseña.
Una inversión adecuada, consistente y bien focalizada siempre generará frutos positivos en el largo plazo. Un país con personas más educadas es uno que podrá elevar su capacidad de producir riqueza y elevar sus estándares de vida. A pesar de que no existe una fórmula mágica, la inversión en capital humano es clave para el desarrollo.
Referencias
- Angrist, N., Filmer, D., Gatti, R., Rogers, H., & Sabarwal, S. (2020). «How to improve human capital? The need for cost-effective education investments». Obtenido de: https://blogs.worldbank.org/education/how-improve-human-capital-need-cost-effective-education-investments
- Becker, G. (1964). «Human Capital: A Theoretical and Empirical Analysis, with Special Reference to Education».
- Gómez, J. (2019). «La educación dominicana». Obtenido de: https://acento.com.do/opinion/la-educacion-dominicana-8688706.html
- Hanushek, E & Woessman, L. (2007). “The Role of Education Quality for Economic Growth”. World Bank, Washington, DC.
- MINERD. (2018). «Evaluación Diagnóstica Nacional de Tercer Grado de primaria».