Curiosidades Petroleras:
El Extraño Caso de un Precio Negativo
Una de las tantas curiosidades que deben su aparición a los efectos de la pandemia del coronavirus sobre la economía mundial, es el extraño caso de un precio negativo en el mercado internacional del petróleo. El hecho sin precedentes ocurrió al finalizar la tercera semana de un abril en que la población mundial ha estado confinada a sus hogares cumpliendo el mayor aislamiento social que ha conocido la humanidad en un siglo. Como es natural, el inédito acontecimiento ha traído consigo más preguntas que respuestas, llevando a más de uno de vuelta al mercado mundial petrolero donde podría estar la clave para comprender lo que en principio parece un oxímoron, un precio negativo.
Pensemos un poco. Si por alguna razón, algún bien dejara de tener valor en el mercado eventualmente su precio se reduciría a cero. En efecto, nadie en su sano juicio estaría dispuesto a pagar por algo que es esencialmente gratis. Entonces, ¿cómo es posible un precio negativo, es decir, una situación donde una de las partes en la transacción estaría dispuesto, no solo a regalar a su contraparte el bien en cuestión, sino también a pagarle dinero contante y sonante por recibirlo? Es obvio que para que esto ocurra debe haber un buen motivo que obligue al dueño del producto a deshacerse de él lo más pronto posible. En el caso del precio del petróleo negativo, ese motivo existe y se hace evidente una vez se entiende la dinámica del mercado mundial del petróleo.
Lo primero que debemos saber es que existen muchos tipos de petróleos en el mundo. De acuerdo con su densidad, el petróleo puede dividirse en crudo ligero o de baja densidad y crudo pesado o de alta densidad. Asimismo, de acuerdo con su contenido de azufre, el petróleo puede ser agrio o dulce, teniendo este último un contenido sulfuroso menor a 0.5 %. El costo de refinamiento del petróleo ligero y dulce es mucho menor que el del petróleo pesado y agrio, por lo que es un crudo mejor valorado en los mercados internacionales. Dentro de los crudos ligeros y dulces se destacan el petróleo Brent, proveniente del yacimiento petrolero del Mar del Norte que separa las islas británicas de la Europa continental, y el petróleo WTI, extraído de algunos estados interiores de la unión americana y refinado en el oeste de Texas y en las inmediaciones del Golfo de México.
Estos dos tipos de petróleo son fundamentales en la determinación de los precios en el mercado internacional del crudo. Por un lado, el precio del Brent es la referencia para los países europeos, africanos y asiáticos productores de petróleo y cotiza en la Bolsa Internacional de Petróleo de Londres (IPE, por sus siglas en inglés). Por otro lado, el precio del WTI es la referencia en Estados Unidos y cotiza principalmente en la Bolsa Mercantil de Nueva York (NYMEX, por sus siglas en inglés). Los precios del Brent y del WTI tienden a diferir en los mercados mundiales, manteniéndose el primero generalmente por encima del segundo, por ser percibido como una mejor referencia de la valoración del crudo a nivel mundial.[1]
Pues bien, de los múltiples precios del petróleo en el mercado mundial solo uno se hundió en terreno negativo aquella tarde de abril, el precio del futuro del petróleo WTI del mes de mayo. Ningún otro precio del petróleo se aventuró en esas aguas oscuras, lo que implica que, por alguna razón, los dueños de futuros de WTI cuya entrega se haría efectiva en mayo, fueron quienes decidieron no solo “regalar” sus contratos sino también “pagar” a aquel que quisiera recibirlos. Solo para tenerlo como referencia, ese día de abril en que el precio futuro del petróleo de mayo se situó por debajo de cero, el precio del Brent cerró en torno a USD 26/barril y el precio futuro del WTI de junio finalizó en USD 20/barril.
Es indudable que las fuerzas que desencadenaron el colapso del precio futuro del WTI de mayo tienen que ver con la interrelación que existe entre el mercado mundial del petróleo (MMP) y el mercado de contratos futuros del preciado mineral. En principio, el mercado de futuros de petróleo procura establecer los mecanismos de cobertura de riesgos ante la alta volatilidad de los precios de esta materia prima en el MMP. En ese sentido, un productor puede pactar con una empresa o país que requiere crudo, una entrega futura de petróleo a un precio previamente convenido. El contrato que contiene las condiciones de ese acuerdo es el llamado futuro y como cualquier otra mercancía, se compra y vende en el mercado. Esta realidad atrae a otro tipo de inversionista que, en vez de protegerse del riesgo, busca asumirlo como forma de obtener una ganancia. Este nuevo agente compra y vende y no tiene la intención de esperar impasible el momento de entrega de la mercancía. Por el contrario, piensa disponer del contrato antes de que llegue el día D.
Fueron precisamente estos actores quienes provocaron el episodio del precio negativo de abril. Resulta que, con el aislamiento social provocado por el covid 19, la demanda diaria de petróleo bajó a su nivel más bajo en veinticinco años, generando un exceso de oferta de petróleo que, al no encontrar mercado, terminó por saturar la capacidad de almacenamiento del crudo a nivel global. En el caso particular del WTI, la mayor parte del crudo se entrega en el poblado de Cushing, Oklahoma, a donde llega a través de numerosos oleoductos y se guarda en gigantescos almacenes. La realidad es que la capacidad de almacenamiento de Cushing estaba a punto de coparse justo cuando se acercaba el día en que había que definir quien recibiría el petróleo WTI que sería entregado en mayo. Tener el contrato futuro para entonces iba a ser un costoso problema.
Es así, como ese 21 de abril, un día antes de la fecha fatal para el asentamiento del contrato, muchos propietarios del futuro de mayo del petróleo WTI, desesperados, decidieron pagarles a quienes estuvieran dispuestos, llegado el momento, a recibir la mercancía, entre otras cosas para ahorrarse el alto costo de almacenamiento del petróleo y el dolor de cabeza que significaría buscar donde guardarlo. Por supuesto, el efecto en la caída fue aún mayor porque más de un 90 % de los tenedores de futuros de WTI son del tipo de agente que está en el mercado en procura de una ganancia y no de una cobertura de riesgo, por lo que rara vez, aun en condiciones normales, se sienta esperar la entrega de la mercancía.
El acontecimiento no es trivial porque lo ocurrido toca de cerca el mercado de materias primas más grande del mundo, el MMP. Con una oferta que supera los 30 mil millones de barriles al año, el promedio diario de producción de petróleo ronda los 80 millones de barriles, siendo los líderes mundiales Estados Unidos (15 millones), Arabia Saudita (12 millones), Rusia (10.8 millones) e Iraq (4.5 millones). Por el lado de la demanda, el consumo de petróleo ha crecido en promedio desde unos 85 millones de barriles diarios en 2008, hasta algo más de 100 millones de barriles en 2019. Más de un 50 % de la demanda actual de petróleo proviene de cinco países: Estados Unidos; China; Japón; la India; y Rusia.
En días más normales, los precios del petróleo responden a cambios en la oferta y demanda del MMP por razones geopolíticas, climáticas y de productividad, entre otros factores. Más aún, los vaivenes del mercado mundial del petróleo se reflejan de distintas formas en los mercados de acciones, en los mercados de otros metales y en los propios futuros. Pero definitivamente para que ocurriera un oxímoron como el precio negativo de ese día de abril se necesitaba algo más, una fuerza indetenible que abriera una brecha insalvable entre la oferta y la demanda de crudo, un huracán devastador que hiciera colapsar la inmensa capacidad de almacenaje de una industria petrolera que se creía preparada para todo. Todos conocemos esa fuerza. Una historia más para la historia del coronavirus.
______________
[1] Que el diferencial de precios sea favorable al Brent no deja de ser irónico, ya que el WTI es un crudo más dulce y ligero.
Referencias:
• Ruiz Caro, A. (2003). Tendencias recientes del mercado internacional del petróleo. CEPAL.
• Tinoco, J. D., & Trillo, F. H. (2002). Futuros y opciones financieras: una introducción. Editorial Limusa.
• IEA (International Energy Agency). (2019 &2020). Oil Market Report. Several issues. Paris: IEA.
• U.S. Energy Information Administration EIA (2020). Weekly petroleum status report. Washington, DC. Several issues.