“Evitar los impuestos es el único esfuerzo intelectual que tiene recompensa”.
John Maynard Keynes.
La relación entre la deuda pública y el crecimiento económico ha sido un tema de debate entre los hacedores de política económica desde la década pérdida de los 80’s en América Latina[1]. Las principales discusiones de política se han centrado en torno a si las inversiones financiadas con los recursos provenientes del endeudamiento público pueden promover o no el crecimiento de la economía. En este artículo, examinaremos brevemente algunos aspectos teóricos sobre esta pregunta.
En los modelos tradicionales de crecimiento económico (clásico, neoclásico y de crecimiento endógeno) donde el dinero no juega un rol determinante debido a que en el largo plazo los precios y los factores de producción son flexibles, es decir, se ajustan por la oferta y la demanda hasta alcanzar el equilibrio, la deuda per se no debería tener efectos reales en la economía (Solow, 1956, Swan, 1956, Solow, 1957, Phelps, 1961, Romer, 1986, 1990). Sin embargo, al internalizar donde se gastan los recursos de la deuda y la recaudación intertemporal de los impuestos utilizada para pagarla, la misma si puede tener efectos sobre el nivel de la producción y su tasa de crecimiento, al menos en el corto plazo (Modigliani, 1961, Diamond, 1965, Elmendorf y Mankiw, 1999).
La mayoría de la evidencia empírica en la literatura económica indica que hay una relación no-lineal y negativa entre los niveles de deuda pública y la tasa de crecimiento de las economías. Cuando los gobiernos incurren sistemáticamente en déficits fiscales y se endeudan para atender la demanda de gastos de consumo e inversión, aumenta la demanda por fondos prestables. En ese orden, al gobierno competir con los inversionistas institucionales, los hogares y las empresas por la oferta de ahorros, esto puede resultar en un eventual incremento en las tasas de interés, y, por ende, en un desplazamiento (crowding-out) de la inversión privada. Por consiguiente, en el largo plazo, los aumentos en las tasas de interés reducirían la inversión—asumiendo que la deuda se gasta en consumo conspicuo, subsidios y donaciones—lo que eventualmente conduce a una declinación del stock de capital y por consiguiente a una menor tasa de crecimiento de la actividad económica.
Este efecto parece dominar en el largo plazo, aun cuando a corto plazo, temporalmente, la actividad económica crezca debido al incremento del consumo y la inversión financiado con los recursos del endeudamiento. Al aumentar la deuda, tanto la inversión y el consumo incrementan en el corto plazo, lo que aumenta la demanda agregada. Sin embargo, debido a que en algún momento la deuda tendría que ser pagada con un aumento de los impuestos—o lo que es menos probable, con una reducción del gasto—los agentes económicos deberán elegir entre pagar más impuestos hoy o en el futuro, por lo que los mismos subsecuentemente reducirían su consumo e inversión, retornando la demanda agregada a sus niveles iniciales y reduciéndose el aumento temporal del crecimiento económico causado por la política fiscal expansiva.
En los últimos años, los estudios sobre la deuda y el crecimiento económico han señalado que existe una relación no-lineal en torno a un umbral de deuda entre el 60% y el 90% del PIB, a partir cual el incremento de la deuda pública tiene un efecto contractivo y significativo sobre el crecimiento de las economías avanzadas, emergentes y en vías de desarrollo (De Rugy y Salmon, 2020). De hecho, en los últimos años, una de las investigaciones más influyentes sobre este tema fue la de Reinhart y Rogoff (2010) titulada “Growth in a Time of Debt”, en la cual, para una muestra de 44 países desde 1946 al 2009, encontraron que a) existe un umbral definido del 90% del PIB, a partir del cual más deuda afecta negativamente el crecimiento de las economías de manera significativa; b) el umbral de la deuda parece ser similar para las economías avanzadas y emergentes; c) sin embargo, las economías emergentes podrían tener umbrales de deuda inferiores, en torno al 60% del PIB, a partir del cual el aumento de la deuda podría reducir el crecimiento; d) para los niveles de deuda pública inferiores al 60% del PIB, no parece haber una relación definitiva entre los niveles de deuda y el crecimiento de las economías.
La deuda pública debería ser más efectiva en los países pobres que inviertan los recursos del endeudamiento en la adquisición de tecnología y capital, mientras que tenderá a ser menos efectiva en aquellos países que utilicen estos recursos para atender las necesidades básicas de la población por prestaciones sociales y subsidios. En ese sentido, la deuda debería surtir menos efectos en los países ricos, debido a los altos niveles de tecnología y capital de estas economías, donde los recursos del endeudamiento probablemente sean más utilizados en el financiamiento de las compras del gobierno, así como en el otorgamiento de subsidios y donaciones para mantener el estado de bienestar de la población. Sin embargo, es precisamente en estos países ricos donde la deuda resulta ser más sostenible, ya que los altos niveles de ingreso de la población y una administración eficiente de las recaudaciones conducen a mayores ingresos tributarios, es decir, a mayores recaudaciones de impuestos, que son aquellos recursos utilizados para el pago del servicio de la deuda.
En síntesis, si los recursos del endeudamiento se invirtieran para adquirir tecnología y capital en los países, la productividad total de los factores podría incrementarse, alcanzándose un mayor nivel de la producción y una mayor tasa de crecimiento balanceada en el equilibrio. Sin embargo, la razón fundamental por la cual los niveles elevados de deuda tienden a estar asociados con una contracción en el crecimiento económico es que, en la mayoría de los países, sean estos ricos o pobres, la deuda pública tiende a ser utilizada desproporcionalmente para financiar subsidios, donaciones y prestaciones sociales, en vez de inversiones que procuren un crecimiento sostenible.
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[1] Los años 80’s se denominan la “década pérdida” en América Latina debido a que durante este período la gran mayoría de los países de la región declararon la cesación de pagos (default) del servicio de su deuda, al enfrentar grandes déficits fiscales, crisis cambiarias e inflacionarias, las cuales agravaron considerablemente la pobreza y la desigualdad, retrocediendo la región a inicios de los años 70’s en términos sociales, políticos y económicos. (Franko, 2007).
Referencias:
- De Rugy, V. y Salmon, J. 2020. «Debt and Gowth: A Decade of Studies». Mercatus Center Policy Brief. Arlington, VA: George Mason University.
- Diamond, P. A. 1965. «National debt in a neoclassical growth model». The American Economic Review, 55(5), 1126-1150.
- Elmendorf, D. y Mankiw, N. G. 1999. «Government Debt». En: Taylor, J. B. y Woodford, M. eds. Handbook of Macroeconomics. Vol. 1C. Amsterdam, The Netherlands: North-Holland.
- Franko, P. 2007. «The Puzzle of Latin American Economic Development». Rowman & Littlefield.
- Modigliani, F. 1961. «Long-Run Implications of Alternative Fiscal Policies and the Burden of the National Debt». Economic Journal, 71(284), 730-755.
- Phelps, E. 1961. «The Golden Rule of Accumulation: A Fable for Growthmen». American Economic Review, 51(September), 638-643.
- Reinhart, C. y Rogoff, K. 2010. «Growth in a Time of Debt». American Economic Review, 100, 573-578.
- Romer, P. M. 1986. «Increasing Returns and Long-Run Growth». Journal of Political Economy, 94(5), 1002-1037.
- Romer, P. M. 1990. «Endogenous Technological Change». Journal of Political Economy, 98(5), S71-S102.
- Solow, R. 1956. «A Contribution to the Theory of Economic Growth». The Quarterly Journal of Economics, 70(1), 65-94.
- Solow, R. 1957. «Technical Change and the Aggregate Production Function». The Review of Economics and Statistics, 39(3), 312-320.
- Swan, T. W. 1956. «Economic Growth and Capital Accumulation». Economic Record, 32(2), 334-361.