¿Existe Discriminación en los Deportes Profesionales?
«…todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre los que están la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad.»
Thomas Jefferson, en la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos
Hoy es día del trabajo en los Estados Unidos y nos parece oportuno tratar cómo los economistas analizan el tema de la discriminación en un ámbito que, a pesar de ser de interés para muchos, es todavía poco explorado: el deporte profesional.
A pesar de que la discriminación puede ser costosa para los agentes que la ejecutan, no fue hasta 72 años de ser fundado el Béisbol de Grandes Ligas (MLB, por sus siglas en inglés) que un equipo hizo que un jugador negro ponga por primera vez los pies en el terreno. (Para un interesante análisis sobre los costos de la discriminación, vea “¿Es rentable discriminar?: Una lección del béisbol”). En el caso de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA, en inglés), el tiempo de espera fue mucho menor ya que para 1950, tan solo cuatro años después de ser fundada, Nat “Sweetwater” Clifton debutaba como el primer jugador negro en el baloncesto profesional. [1]
Los deportes ofrecen un excelente escenario para probar la existencia de discriminación por motivos raciales debido a la riqueza de estadísticas sobre la productividad de los atletas. Esto es, al poder controlar por una amplia gama de estadísticas que miden tanto el rendimiento como la calidad de los atletas, es posible determinar si las diferencias en el tratamiento de los atletas es debida a las diferencias raciales que presentan.
Las primeras investigaciones en torno al tema de discriminación en los deportes intentan demostrar la existencia de diferencias salariales en los atletas por motivos raciales. En el caso de la NBA, algunos autores han mostrados que jugadores negros de NBA enfrentaron discriminación salarial hasta finales de 1980; sin embargo, estas diferencias parece que han mermado en décadas recientes. En el caso de la MLB, la evidencia también apunta en la misma dirección (véa Kahn, 1991, 2000; Bellmore 2001; Jiobu, 1988). Más aún, en el béisbol profesional es posible observar como atletas provenientes de grupos étnicos minoritarios han recibido algunos de los mejores contratos salariales de los últimos años. Por ejemplo, en una muestra de 511 jugadores que se encontraban como agentes libres y firmaron contratos en el periodo de 1998-2006, Holmes (2011) muestra que, en promedio, los jugadores blancos firmaron contratos valorados en US$2 millones de dólares anuales, mientras que los de origen hispano firmaron contratos por el orden de US$2.4 millones anuales.
Los estudios más recientes sobre discriminación en los deportes profesionales intentan demostrar la existencia de tratamientos distintos de los atletas por parte sus evaluadores. Específicamente, basado en la idea de que los individuos tienden a favorecer a aquellas personas con las que sienten tienen alguna afinidad, estos estudios intentan demostrar si los árbitros, o referís, tienden a favorecer en las jugadas a aquellos atletas que pertenecen a su grupo étnico.
Los resultados son simplemente asombrosos. En el caso de la NBA, Price y Wolfers (2007) encuentran que los jugadores negros les son señaladas de 2.5% a 4% más faltas que a jugadores blancos, por cada 48 minutos de juego, cuando el número de árbitros blancos que oficializan el juego aumentan de cero a tres.
En el caso de la MLB, Parson et al. (2011) utilizan una descomunal base de datos con registros de más de 3.5 millones de lanzamientos para demostrar si los árbitros muestran algún favoritismo con los lanzadores que pertenecen a su mismo grupo étnico. Los resultados muestran que cuando el lanzador y el árbitro del plato (home umpire, en inglés) son del mismo grupo étnico, el lanzador es favorecido en promedio con un strike más por juego (un resultado insignificativo para decidir un juego). Pero lo más interesante es que, a pesar de su pequeña magnitud, este efecto se amplifica (o desaparece) cuando los árbitros del plato entienden que son poco (altamente) supervisados. Por ejemplo, cuando los estados se encontraban poco concurrido de fanáticos y tampoco contaban con sistemas de cámaras de monitoreo de los lanzamientos, los resultados muestran que aproximadamente un 30% menos de los lanzamientos caen en las zonas de strike cuando el lanzador y el árbitro son de etnias distintas. Es decir, si en un juego, donde por lo general se realizan 150 lanzamientos, el lanzador y el árbitro son ambos latinos, entonces aproximadamente 49 lanzamientos son considerados en la zona de strike. Sin embargo, cuando la etnia de estos individuos difiere, dejando todo lo demás constante, entonces solo unos 34 lanzamientos son considerados strike. Este resultado es importante debido a que no solo puede definir el exito de un juego, sino también la posibilidad de obtener el wild cards, o pase a la post temporada.
En general, la discriminación salarial es un fenómeno que ha ido desapareciendo en los deportes. Esto se debe al nivel de competitividad que lleva a los dueños de equipos a contratar y pagar bien a los mejores atletas sin importar su etnia. Sin embargo, existe otro tipo de discriminación, mucho más sutil y difícil de detectar, que viene dada por la afinidad que pueden tener los individuos con las personas que sienten comparten algo en común. Afortunadamente, colocando los incentivos correctos (e.g., el uso de cámaras de monitoreo de lanzamientos) puede también mitigar significativamente este fenómeno.
Referencias
- Holmes, P. 2011. «New Evidence of Salary Discrimination in Major League Baseball.» Labour Economics, no. 18, pgs. 320-331.
- Parson, C., Sulaeman, J., y M. Yates. 2011. «Strike Three: Discrimination, Incentives, and Evaluation.» The American Economic Review, Vol. 101, No. 4 (junio 2011), pgs. 1410-1435.
[1] Nathaniel Clifton (1922-1990) recibió el apodo de “Sweetwater” (agual ducel) de sus compañeros por su pasión por los refrescos de soda.