¿Cómo se integran las economías?
Los que pasamos de los treinta años hemos podido ser testigos de excepción de una transformación sin precedentes en la historia de la economía mundial. Con la caída del muro de Berlín (1989) se derrumban las barreras ideológicas y comerciales que obstaculizaban la expansión del regionalismo a nivel mundial. Al 31 de julio de 2013, habían sido notificados ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) 575 Acuerdos Comerciales Regionales (ACR), de los cuales, 379 están en vigor.
Aunque no existe una definición indivisible sobre el concepto de integración económica, podríamos describirlo como un “proceso mediante el cual se eliminan ciertas restricciones al comercio internacional, los pagos, la movilidad de los factores y de las personas, dentro de un espacio geográfico determinado”. La integración económica tiene como objetivo fundamental elevar los niveles de bienestar de los ciudadanos de aquellos países que deseen integrarse.
Los fundamentos teóricos que están detrás de la integración económica se basan a su vez, en la Teoría de las Uniones Aduaneras (UA) desarrollada por Jacob Viner en «The Customs Unions Issue, (1950)”, en donde analiza los efectos que los intercambios comerciales genera sobre los sistemas de producción, los patrones de consumo, la balanza de pagos y el desarrollo económico.
Entre los beneficios de la integración, podemos señalar: aprovechamiento de las ventajas comparativas; acceso a economías de escala; aumento de las inversiones; aumento de la competitividad y productividad; asignación más eficiente de los factores de producción; y mayor credibilidad de las políticas nacionales, entre otras. No obstante, a pesar de las bondades señaladas, existen una serie de costos que los países que desean integrarse deben tomar en consideración, ya que podrían producirse en el corto plazo: desviación del comercio; deslocalización de la producción; destrucción del empleo; disminución en las recaudaciones fiscales.
El proceso de integración económica se desarrolla mediante la consecución de etapas o fases sucesivas que parten “desde lo específico a lo general” o “de lo simple a lo complejo”. Los Acuerdos de Alcance Parcial (AAP) constituyen la forma más elemental de la integración económica, ya que sólo otorga beneficios arancelarios parciales a un número determinado de productos claramente establecidas.
La siguiente etapa le corresponde a los Acuerdo de Libre Comercio (ALC) en donde los países signatarios se comprometen a eliminar los obstáculos comerciales existentes entre las partes, sin que esto suponga renunciar a su propio régimen comercial ante terceros países. Aparte de la liberalización de los bienes, los ALC pueden contemplar otros temas de negociación, como son los servicios, las inversiones, o la propiedad intelectual, entre otros.
El establecimiento de una Unión Aduanera (UA) sería la etapa siguiente de la integración. La UA supone la eliminación de los obstáculos comerciales entre los países miembros, la unificación de las aduanas y la adopción de un arancel externo común. La siguiente etapa es la correspondiente al Mercado Común (MC) en la cual se incluyen la libre circulación de los factores de producción (mercancías, servicios, capitales y personas).
Si los socios decidieran coordinar sus políticas económicas y están dispuestos al establecimiento de instituciones supranacionales, el MC se trasforma en una Unión Económica. Cuando el acuerdo contemple establecer una autoridad monetaria y adoptar una moneda común, se pasaría entonces a la etapa de la Unión Monetaria (UM), siendo la zona euro el mejor ejemplo práctico.
En la próxima entrega analizaremos las razones que motivan a los países a integrar sus economías, así como los efectos que se derivan de la misma.