Motivos y efectos de la integración regional
Existen diversas razones por las cuales dos o más naciones se motivan a integrar sus economías. Por lo general, los acuerdos comerciales regionales (ACR) suelen producirse por intereses de índole económica, política o por la necesidad imperante de algún recurso natural escaso, como pueden ser: pesca, silvicultura, combustibles, explotación de minas, etc. Por ejemplo, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), integrado por EE.UU., Canadá y México, está promovido exclusivamente por intereses de índole económica y comercial. A pesar de que la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), conformada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda, cuenta con elementos propios de un ACR (agricultura, comercio, medioambiente, cooperación, etc.) sus orígenes son conocidamente políticos.
En cambio, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), antesala de la actual Unión Europea (UE), mediante la cual se permitió la libertad de circulación del carbón y el acero así como también el libre acceso a sus fuentes de producción, podría catalogarse como un híbrido entre intereses políticos y recursos naturales. El objetivo principal de este acuerdo consistía en eliminar las causas por las cuales se originaban los conflictos bélicos en Europa. Muchos señalan el interés por el control del carbón y el acero como una de ellas.
Con independencia de las causas que motivan a las naciones a integrar sus economías, todo proceso de integración económica persigue obtener alguna ventaja o beneficio que de manera individual resultaría difícil o imposible de alcanzar. ¿Cuáles son entonces los efectos que se derivan de la integración y cómo se clasifican? Los efectos de la integración económica se clasifican en estáticos (corto plazo) y dinámicos (largo plazo).
Entre los efectos estáticos se encuentra el efecto creación de comercio, el cual se obtiene cuando el productor más ineficiente abandona la producción local para importar un determinado producto desde el país miembro más eficiente. Se considera un efecto positivo debido a que el consumidor obtendrá el producto a un menor costo, lo que se traduce en una mejora del nivel de bienestar. En el lado opuesto se encuentra el efecto desviación de comercio, el cual se genera cuando un país miembro sustituye la importación desde un productor eficiente (no miembro) por la de un miembro ineficiente. Se considera un efecto negativo debido a que el consumidor obtendrá el producto a un costo mayor, lo cual deteriora su nivel de bienestar. Mientras que el efecto de expansión de comercio se produce por el incremento de las importaciones eficientes como consecuencia de la reducción del precio del bien en cuestión.
En cambio, los efectos dinámicos de la integración se generan a lo largo del tiempo y tienen que ver con los cambios que se van produciendo en la estructura productiva de los países miembros, la cual se torna más competitiva fruto del aprovechamiento de las economías de escalas como consecuencia de la ampliación del mercado, así como por el learning by doing o aprendizaje mediante la práctica (productividad, innovación, auto-perfección). Las reformas estructurales y el fortalecimiento institucional son otros de los beneficios estáticos de la integración.
Muchos países han aprovechado las negociaciones de un ACR para realizar transformaciones estructurales, reformas legislativas e incluso modificaciones constitucionales requeridas por los nuevos tiempos, las cuales no hubiesen contado con el consenso político necesario para llevarse a cabo en condiciones normales.