Ética, corrupción y comercio internacional
El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe.
Alexis Carrel (1873-1944), biólogo y médico francés.
A raíz de la crisis financiera internacional desatada en 2008 por la quiebra de Lehman Brothers y de otras importantes instituciones financieras, los niveles de tolerancia de que gozaba la corrupción en muchos países desarrollados y en desarrollo por parte de la sociedad civil y del poder judicial se han venido reduciendo a su mínima expresión. Por este motivo, cada vez con mayor frecuencia vemos en los medios de comunicación cómo personalidades del ámbito político y empresarial, hasta el momento intocables, están siendo implicados en casos de prevaricación y corrupción. Por citar algunos ejemplos, en España, Portugal, Francia, Italia, Brasil y hasta en la propia China, importantes figuras del ámbito político y empresarial están siendo procesados judicialmente por este flagelo.
De acuerdo con (Peng, 2010) la ética se refiere a las normas, principios y estándares de conducta que gobierna el comportamiento individual y contribuye con combatir la corrupción, la cual con frecuencia se define, como el abuso del poder público para el beneficio privado generalmente en forma de sobornos (en efectivo o en especie). Tras los escándalos de corrupción generados por Enron (2001), Parmalat (2003) y por la reincidente Siemens (2007), (2008) y (2013), las empresas multinacionales comenzaron a adoptar medidas eficaces orientadas a mantener un comportamiento ético por parte de sus directivos. La mayoría de las empresas que figuran en el ranking Furtune Global 500 cuentan con un código de conducta, es decir, políticas escritas y estándares para la conducta y la ética de una corporación.
Estimaciones realizadas en 2004 por el Banco Mundial (BM) determinaron que los pagos correspondientes por concepto de soborno que se producen cada año nivel mundial se situaban en un billón de dólares (US$1,000,000,000,000), sin incluir los recursos por malversación de fondos públicos y por el robo de bienes públicos[1]. Según el referido estudio del BM, si un país con un ingreso per cápita de US$2,000 decide combatir la corrupción, mejorar la gobernabilidad y el imperio de la ley, sus ingresos podrían aumentar hasta los US$8,000 en el largo plazo.
A pesar de que la lucha contra la corrupción y el soborno se ha intensificado a partir de los acontecimientos antes señalados, sus inicios son situados por muchos analistas en 1989, tras la caída del muro de Berlín. Durante el periodo de la guerra fría, el tema de la corrupción no estaba presente en la agenda de la comunidad internacional, los países occidentales eran permisivos con sus pares en desarrollo, siempre y cuando fueran afines a su ideología política y económica[2]. Al desaparecer el mundo de la planificación central, cambian las reglas del juego; los países donantes y los organismos financieros internacionales comienzan a imponer requisitos para el otorgamiento de financiamientos al desarrollo, la denominada “condicionalidad de la ayuda”, siendo los derechos humanos y el combate a la corrupción, unos de los más importantes.
A partir de los años noventa, se intensifican el número de estudios empíricos en donde se demuestra la relación existente entre corrupción y pobreza[3]. Los organismos internacionales empiezan a darle carácter al tema y crean una serie de convenciones y tratados internacionales para combatirla, entre las cuales se encuentran: la Convención Interamericana contra la Corrupción (1996), la Convención Anti-sobornos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de (1997) y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (2005).
Instituciones de gran prestigio internacional vinculados con el desarrollo, como el Banco Mundial y la OCDE, crearon áreas específicas dentro de sus organizaciones orientadas al análisis y estudio de la corrupción, las cuales publican hoy en día una serie de investigaciones importantes sobre el tema de la corrupción. El Índice de Percepción de Corrupción (IPC), publicado anualmente por la organización sin fines de lucro Transparencia Internacional (TI), es uno de los principales referentes mundiales sobre este tema. De igual forma, los principales índices de referencia utilizados para realizar análisis y trabajos de investigación sobre la competitividad de los países «Doing Business y el Índice de Competitividad Global» incluyen a la corrupción como una de las variables determinantes de la competitividad.
A modo de conclusión, luego de identificar los efectos negativos derivados de la corrupción, el motivo de la tolerancia de la comunidad internacional en principio y los motivos de la intolerancia actual, vemos con buenos ojos los esfuerzos que se están realizando a nivel internacional para su erradicación. Finalmente, como la corrupción es asunto de dos (corrupto y corruptor), sería interesante que los organismos que suelen estudiar este tema no se conformen sólo con analizar a los países más propensos a casos de corrupción, deberían también hacer el mismo énfasis y empeño por identificar los países más propensos a realizar sobornos, porque tan corruptos son los que emiten el soborno, como los que los reciben.
Referencias
- Peng W. M.: Estrategia Global, segunda edición (2010), Pag.107-108, CENGAGE Learning.
[1] El Precio de la corrupción http://goo.gl/yQoXkv
[2] ¿Por Qué Hoy la Corrupción no es Tanto un Tabú Como Hace un Cuarto de Siglo? http://goo.gl/Hb4KiZ
[3] Banco Mundial. Estudios varios sobre corrupción: http://wbi.worldbank.org/wbi/topic/governance