Mutualismo en un mundo post-crisis*
El mutualismo, en su sentido más amplio, es concebido como una forma colectiva de organización social que procura alcanzar en conjunto objetivos de difícil consecución individual a través de la combinación de esfuerzos y recursos. Constituye un mecanismo útil para diversificar riesgos entre sus participantes, siempre que todos contribuyan de forma solidaria y equitativa a este fin. Este movimiento, que echó raíces en Europa y Latinoamérica desde mediados del siglo XIX, engendró diversas instituciones dedicadas a las finanzas, previsión social, salud y seguros que todavía subsisten en muchos países del mundo, sin importar su nivel de ingreso.
Sin embargo, los efectos de la crisis global iniciada en 2008 y el entorno internacional resultante, no solo han puesto en evidencia serias debilidades y anacronismos del financiero internacional, sino que han dado el “tiro de gracia” a muchos regímenes mutualistas, luego de décadas de poca competitividad y bajo crecimiento.
En Estados Unidos, por ejemplo, la crisis global provocó el derrumbe de la que por mucho tiempo fuera su mayor caja de ahorros, Washington Mutual, creada en 1889 y una de las pocas sobrevivientes de la masiva desmutualización de los años ochenta, consecuencia de la crisis entre las asociaciones de ahorros y préstamos provocada por un fuerte auge de créditos de mala calidad luego de la flexibilización de la regulación vigente.
Asimismo en España, el estallido de la crisis económica europea puso al descubierto los excesos en el otorgamiento de créditos de las cajas de ahorros, altamente expuestas al sector inmobiliario tanto en créditos como en activos adjudicados a cambio de deudas. Como estrategia para preservar estas instituciones, el Congreso de los Diputados derogó recientemente el régimen de la Ley de Órganos Rectores de Cajas de Ahorros de 1985 (LORCA) con el objetivo de posibilitar que las cajas se conviertan en bancos y tengan acceso a recursos para capitalizarse y enfrentar sus problemas de liquidez, solvencia y rentabilidad.
En República Dominicana, como explicara el Gobernador del Banco Central en una carta reciente al Director de un medio de prensa escrita, la sistemática merma de la competitividad de las Asociaciones de Ahorros y Préstamos no se debe a problemas financieros o al incumplimiento de normas prudenciales, sino a su propia naturaleza mutualista, es decir, el no disponer de una estructura patrimonial que les permita la realización de aportes de capital por parte de accionistas, lo que en gran medida dificulta la mejoría de su posicionamiento y competitividad.
En adición, es evidente que el tipo de capitalismo dominante en el entorno post crisis financiera, caracterizado por una descarnada competencia por participación en un mercado global y una creciente innovación financiera, es un contexto muy diferente al que vio crecer y prosperar al mutualismo en EEUU, Europa y América Latina.
Por lo expuesto anteriormente, entendemos que la alternativa más prudente y adecuada para un modelo que se agota a nivel internacional y local, es permitir que estas instituciones puedan acceder, si así lo desean, a convertirse en Bancos Múltiples, Bancos de Ahorro y Crédito o Corporaciones de Crédito, posibilidad que está contemplada en el Artículo 75 de la Ley Monetaria y Financiera 183-02. Esta alternativa sin dudas contribuirá a corregir una clara desventaja competitiva para estas entidades, elemento fundamental para la supervivencia en este convulso mundo post-crisis.
* Publicado originalmente en Revista Mercado, febrero 2014