La evolución histórica de las condiciones sociales en la República Dominicana muestra una alta sensibilidad –aunque asimétrica– de la pobreza al contexto macroeconómico, siendo la crisis financiera de 2003 el fenómeno “reciente” con mayor impacto en los indicadores sociales del país. Posteriormente, se produjo una reducción constante en la incidencia de la pobreza monetaria y multidimensional (Cuadro 1), pese al estancamiento de los salarios reales (Galrão & Sirtaine, 2017, pág. 103) y la persistencia de ciertas condiciones estructurales. Esta caída de la pobreza estuvo fundamentada en los programas de transferencia condicionales, donde hemos pasado de 5,763 a 808,183 beneficiados entre 2004 y 2019, la estabilidad macroeconómica y la recuperación de los ingresos (Morillo P. , 2012, pág. 36), aunque evidenciando una respuesta asimétrica de las condiciones de pobreza a las condiciones macro (Galrão & Sirtaine, 2017, págs. 2-3) y permaneciendo un importante segmento de la población en condiciones de vulnerabilidad (al 2019, 42.13% de la población según MEPyD (2020, pág. 9)).
Bajo estas condiciones sociales, la aparición del COVID-19, conjuntamente con las medidas sanitarias y económicas asumidas para limitar su propagación y reducir su impacto en el bienestar, además de un choque social que se verifica en un aumento de la pobreza con una reducción de la desigualdad asociada a la caída en los ingresos laborales durante el 2020 (Cuadro 1), implican que grupos especiales de la población presentan condiciones que limitarían su capacidad de enfrentar efectivamente el COVID-19.
Cuadro 1. Indicadores de pobreza en la República dominicana, 2000-2019
Año | Indigencia monetaria (%) | Pobreza monetaria(%) | Brecha de pobreza general | Severidad de la pobreza | Pobreza mult (ICV, %) | Gini |
2000 | 7.9 | 31.8 | 11.6 | 5.9 | nd | 0.536 |
2005 | 16.1 | 47.2 | 19.8 | 11 | 41.2 | 0.524 |
2010 | 10.8 | 40.5 | 15.4 | 7.8 | 34.1 | 0.490 |
2015 | 6.3 | 30.8 | 10.8 | 5.2 | 26.8 | 0.459 |
2019 | 2.6 | 20.9 | 6.0 | 2.6 | 21.7 | 0.438 |
2020-2* | 5.1 | 27.4 | 0.410 |
Nota: *tomado del informe COVID-19 bajo la lupa del MEPyD, cifras preliminares.
Fuente: elaborado con información del SISDOM 2019.
Este artículo presenta cuales características de la población vulnerable limitarían la efectividad de las políticas anti COVID-19, atendiendo que el perfil de la población dominicana es bastante heterogéneo entre (y dentro) los quintiles de ingresos y las zonas geográficas (Morillo A. , 2008, pág. 58), estando las tasas de pobreza monetaria muy relacionadas con las características de los individuos y sus hogares (Ramírez, 2013). Entre la población pobre, según un estudio de la Vicepresidencia, las tasas de privaciones más elevadas están referida a informalidad, aseguramiento y logros educativos (Vicepresidencia, 2018, pág. 52), tres indicadores claves en la estabilidad de los ingresos y las posibilidades de enfrentar choques de salud como los del contexto actual. Pudiendo estas características incidir en mayor prevalencia de enfermedades y privaciones de salud en los quintiles de menos activos (ENDESA, 2007).
1. Acceso a servicios limitados y vulnerabilidad en las fuentes de ingresos
El acceso a servicios y la vulnerabilidad de los ingresos presentan una alarma directa. Referidos a la carencia de servicios básicos como el agua potable, las mayores privaciones dentro de la población pobre, restringe su capacidad de poder aplicar correctamente medidas de prevención sanitaria, como el lavado de manos. Adicionalmente, menor acceso a internet o energía eléctrica, reduce las posibilidades de que estos permanezcan en sus hogares y limita su exposición a fuentes de información sobre las condiciones de la pandemia.
A las condiciones vigentes en las viviendas, se adhiere una mayor vulnerabilidad de sus fuentes de ingresos, especialmente las asociadas al mercado laboral, que representan el 77.4% de los ingresos de los hogares (BCRD, 2020) y donde los quintiles de menor ingreso muestran mayor informalidad y desempleo. Otras fuentes de vulnerabilidad están asociadas a menor disposición de activos de contingencias como las cuentas de ahorros o activos financieros (BCRD, 2014, pág. 14) (Ramírez, 2017); menor planificación sobre los ingresos futuros (BCRD, 2014, pág. 6); o menor diversidad de fuentes de ingresos con mayor dependencia demográfica en los hogares.
Además, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de 2018 (ENIGH, 2018), el 31.2% de los gastos del primer quintil está comprometido en alimentos y viviendas (10.7%) (BCRD, 2020), lo que indica que un mayor porcentaje de los ingresos están destinados a cuestiones de supervivencia diaria. Adicionalmente, el 76% de los individuos con ingresos bajos ha tenido déficit de ingresos para cubrir sus gastos durante los meses previos a la encuesta (BCRD, 2014). Lo anterior, limita la capacidad de este grupo de la población de transferir recursos hacia otros conceptos de gastos no planificados, como los asociados a temas de complicaciones de salud por el COVID-19.
Por el lado de la cobertura de salud, la población con menores ingresos (quintil 1) se encuentra más expuesta a choques sanitarios, por menores tasas de cobertura de seguros. Según MEPyD, en el 2019, 4/10 individuos del primer quintil no contaban con seguro de salud, lo que resulta una cantidad considerable, pese a que esta proporción ha mejorado desde el 24.8% de cobertura en 2008. Adicionalmente 2/10 personas con más de 60 años no cuentan con pensión o seguro de salud, solo el 4% de la población con pensión se encuentra en el quintil 1, mientras que su ingreso promedio mensual representa ¼ de ingreso verificado en el quintil 5.
2. Urbanización de la pobreza: mayor densidad poblacional y dependencia a los medios de transporte público
El proceso de urbanización como resultado de las diferencias estructurales en la calidad de vida según zona de residencia (Guzmán, 2008) (MEPyD, 2003, pág. 28), ha generado una mayor concentración de la población pobre en las zonas urbanas, donde la severidad de la pobreza es menor y se verifican menores tasas de privaciones multidimensionales (Vicepresidencia, 2018), pero que es la zona donde se ha concentrado el mayor incremento de la pobreza y mayor número de contagios en el contexto COVID-19 (MEPyD, 2020, pág. 9). Puntualmente, entre el 2000 y el 2019, el porcentaje de personas en condición de indigencia monetaria que viven en zonas urbanas, pasó de 32.0% a 74.1%[1] (este proceso de urbanización de la pobreza se observa igual en el indicador de pobreza general). Mientras la tasa de pobreza general en la zona urbana pasó de 19.9% a 27.8% de Jun-2019 a jun-2020, generando mayores tasas de pobreza en las zonas urbanas frente a las áreas rurales, donde se ha reducido inclusive la tasa de incidencia durante el periodo (MEPyD, 2020).
Esta mayor incidencia y urbanización de la pobreza, frente al COVID-19 implica que los pobres tienden agruparse en zonas con mayor densidad poblacional, menores alternativas de espacios verdes de esparcimiento, y mayores requerimientos de desplazamientos en transporte público. Lo anterior, toma mayor relevancia atendiendo que 2/3 casos de COVID-19 se han registrado en 4 de las grandes ciudades del país (el gran Santo Domingo, Santiago, La Vega y La Altagracia).
3. Hogares más numerosos y mayor dependencia demográfica
Los perfiles de las viviendas ubicadas en los primeros quintiles muestran hogares más numeros (SISDOM, 2016) (Ramírez, 2013) como resultado de múltiples factores asociados a la actividad sexual, economías de escalas o las estrategias de planificación (ENDESA, 2007), lo que suele implicar mayor densidad en las viviendas (que son relativamente más pequeñas), dificultando el aislamiento de los individuos en casos de contagio.
Adicionalmente, la literatura muestra que la estructura familiar cambia de manera importante entre los quintiles de ingresos (SISDOM, 2016) (Ramírez, 2017), siendo más probable encontrar hogares monoparentales, como los encabezados por mujeres, entre los primeros quintiles de la población. Estos hogares, suelen tener menor cantidad de fuentes de ingresos o corresponder a mujeres sin pareja, asumiendo características que dificultan su probabilidad de salir de la pobreza –esto se puede observar en el incremento del diferencial de tasas de pobreza de los hogares según el sexo del jefe–. En el caso de la menor cantidad de fuentes de ingresos, constituye mayores riesgos por menor diversificación, mientras que la mayor dependencia dificulta el seguimiento a las personas dependientes a lo interno del hogar (tanto para temas de salud o educación, ahora que hay un sistema remoto).
En conclusión, la literatura existente apunta a que los quintiles de menores ingresos concentran características que limitan su posibilidad de hacer frente a las condiciones derivadas de la actual pandemia, extendiéndose estas limitaciones más allá del ámbito monetario, por tanto, requerirán una atención especial, inclusive posterior haber superado la pandemia, constituyéndose en un serio reto de políticas públicas y bienestar social.
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[1] Todos los datos de pobreza presentados corresponden al SISDOM (MEPyD, 2019), a menos que se indique lo contrario.
Referencias:
- BCRD. (2014). Encuesta de Cultura Económica y Financiera de la República Dominicana. Santo Domingo.
- BCRD. (2020). Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENGIH) 2018. Santo Domingo: Departamento de Cuentas Nacionales y Estadísticas Económicas. Recuperado el 2 de 1 de 2020, de https://www.bancentral.gov.do/a/d/4795-banco-central-presenta-los-resultados-de-la-encuesta-nacional-de-gastos-e-ingresos-de-los-hogares-engih-2018
- ENDESA. (2007). Encuesta Demográfica y de Salud (ENDESA). Santo Domingo: CESDEM.
- Galrão, F., & Sirtaine, S. (2017). Cuando no basta el crecimiento. Banco Mundial.
- Guzmán, R. (2008). Composición social dominicana. Santo Domingo: MEPyD.
- MEPyD. (2003). Estrategia para la Reducción de la Pobreza en la República Dominicana. Santo Domingo: Gabinete Social.
- MEPyD. (2019). Sistema de Indicadores Sociales de la República Dominicana. Santo Domingo.
- MEPyD. (2020). Efectos de la COVID-19 en la pobreza monetaria, la desigualdad y el mercado de trabajo. Análisis de los programas de mitigación. Santo Domingo: Unidad Asesora de Análisis Económico y Social.
- Morillo, A. (2008). Medición de la pobreza monetaria mediante las ENFT del BCRD. Santo Domingo: MEPyD.
- Morillo, P. (2012). Evolución, determinantes agregados y dimensión espacial de la pobreza monetaria en la República Dominicana, 2000-2011 . Santo Domingo: MEPyD.
- Ramírez, N. (2013). Determinante de la pobreza y vulnerabilidad social en la República Dominicana. Santo Domingo: Banco Central de la República Dominicana, Nueva Literatura Económica.
- Ramírez, N. (2017). Caracterización y Dinámica de la Desigualdad en la República Dominicana. Santo Domingo: BCRD, Nueva Literatura Económica.
- Vicepresidencia. (2018). Índice de Pobreza Multidimensional. Santo Domingo: Departamento de Análisis de Información Socioeconómica.