Los grandes conflictos bélicos del siglo XX causaron pérdidas humanas y financieras extraordinarias. Pero un resultado positivo fue generar el consenso para crear organizaciones internacionales con la finalidad de colaborar por el bien común global. Como ilustración, las Naciones Unidas y las instituciones de Bretton Woods (incluyendo el FMI) persisten hasta el presente.
Sin embargo, muchos analistas critican la capacidad de esas organizaciones -con mandatos acordados hace tres cuartos de siglo- para enfrentar los retos globales actuales. Enfocándonos en el comercio internacional, destaca el caso del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) creado en 1947 – convirtiéndose en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995. Es relevante notar que economistas influyentes -por ejemplo, el británico James Meade (Premio Nobel de Economía)- contribuyeron en las discusiones originales para pensar en un sistema mundial de comercio basado en las normas negociadas y monitoreadas por el GATT.
¿Cuál fue el principal propósito del GATT? Según los argumentos del economista Robert Staiger (Universidad Dartmouth), el foco de los ideólogos del GATT fue sobre los términos de intercambio (los precios domésticos en relación con los extranjeros) y el acceso a los mercados. La esencia del argumento es que sin los acuerdos internacionales existiría una motivación para utilizar los aranceles con la intención de manipular los términos de intercambio, y eso conduciría al dilema del prisionero estudiado en la teoría de juegos.
El GATT-OMC ha contribuido a reducir el problema relacionado con los términos de intercambio. La razón es que esa dimensión trata sobre lo que el profesor Staiger denomina integración baja -en la frontera. Por el contrario, los retos emergentes en el siglo XXI demandan integración profunda -a lo interno de las economías-, incluyendo, por ejemplo, el comercio de servicios y la protección de la propiedad intelectual.
Ante los retos del sistema global de comercio basado en normas, ¿cuál es el futuro de la globalización? La profesora Penny Goldberg (Universidad de Yale) aporta ideas al respecto, y recientemente presentó en Oslo la Cátedra Anual 2023 del Instituto Mundial para la Investigación de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-WIDER). La profesora Goldberg sugiere que los esfuerzos de la comunidad internacional deben enfocarse en la colaboración sobre temas como el cambio climático (difícil de internalizar por un estado independientemente), y en prevenir el incremento de las barreras al comercio que afectarían desproporcionadamente a los más vulnerables alrededor del mundo.
El comercio internacional es un factor determinante para el crecimiento y el desarrollo económico. Las normas son imprescindibles para garantizar la sostenibilidad del sistema: las organizaciones internacionales existentes -incluyendo la OMC- pueden contribuir, pero es importante reconocer los límites de las herramientas a su disposición. Los retos del siglo XXI -incluyendo la preservación del medio ambiente natural y el respeto de los derechos de los trabajadores- demandan ideas innovadoras.